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Lo que no se ve, se siente y lo que no se siente difícilmente pueda nombrarse y entenderse. Así definiría la experiencia de la exposición “Diálogo en la oscuridad” que recién acaba de inaugurar el Museo de la Luz de la UNAM. Creada por Andreas Heinecke, “la exposición se concibe como un artefacto educativo y cultural; un agente de cambio social”. Se trata de que vivas la experiencia de visitar un museo en completa oscuridad desde el primer momento.

Con ayuda únicamente de un bastón y un maravilloso guía cuya voz será quien te de las indicaciones y te ayude a moverte por los diversos escenarios invisibles del museo. Es ahí donde reside la importancia y el poder de la voz del guía que transmite seguridad y confianza desde el inicio. Sin ellos, entonces sí estaríamos desorientados, perdidos y completamente a oscuras.

Por eso, realmente la finalidad de esta exposición no es el recorrido por el museo a oscuras, sino de vivir por alrededor de 60 minutos, lo que viven día a día las personas con discapacidad visual, a todo lo que tienen que enfrentarse al salir a la calle, ir de compras, acudir a una zona arqueológica o diversos lugares, y crear conciencia en quienes tenemos la fortuna de ver la luz, distinguir colores, formas y desplazarnos sin limitaciones, en cómo debemos actuar y ayudar a quienes no les es posible.

Esta experiencia nos permite también despertar nuestros otros sentidos, reconocerlos y usarlos para poder recorrer la oscuridad y al final poder dialogar con ella. La exposición ha estado en más de 130 ciudades en 30 países de Europa, América, África y Asia, y ahora no deberán perderse la oportunidad de vivir esta experiencia en Mérida, ya que estará hasta el mes de marzo del próximo año. Aunque únicamente es para mayores de 18 años.

Descubran que sí es posible ver en la oscuridad, ver incluso dentro de nosotros mismos y vernos como lo que somos. Es como estar por un breve momento dentro de las páginas de la novela de José Saramago, “Ensayo sobre la ceguera”, donde todos los habitantes de la ciudad comprenden, cuando quedan completamente ciegos, que “la pérdida de la vista no te hace ciego, es la pérdida de la humanidad lo que hace al hombre ciego”.

Pero sobre todo, vayan y descubran que la vida no se ve solamente y que su verdadera belleza está “en la capacidad de ver más allá de lo que tus ojos te permiten”, como dijo Saramago, y ser capaces de entender mejor a quienes la luz les está negada, pero no su poder de mirar al mundo, de sentir la oscuridad, dialogar y vivir en ella todos los días y aun así ser guías y no rendirse nunca.

Sin duda esta experiencia en la oscuridad me abrió más los ojos y me iluminó un poco más el corazón. No basta con apagar la luz y cerrar los ojos, la oscuridad es algo más. Vayan, siéntanla, y hasta podrán tomarse un café con ella. 

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