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Una vez más, fiel al estilo de si no estás conmigo estás contra mí, el gobierno y la camarilla de Morena decidieron apuntar sus baterías sobre del Instituto Nacional Electoral (INE), justo en la antesala del arranque de campañas y atizando con ello la polarización.

Y no es que Lorenzo Córdova y los consejeros sean el ejemplo más pulcro de cómo ser adalides de la democracia y la libertad, pero permitir ataques de esta naturaleza, que además de venir desde el poder contravienen el equilibrio en la contienda y desgastan la vida pública del país, resulta un grave peligro para las instituciones.

Si a eso sumamos que el detonante para que el partido en el poder iniciara con el bombardeo fue la defensa de un indefendible Félix Salgado Macedonio, quien carga sobre los hombros múltiples acusaciones de acoso y abuso sexual. Sin duda, cinismo y desvergüenza que salpican a varios. 

Los mismos que aplaudieron y festejaron la negación de registro al partido México Libre, que encabezan Felipe Calderón y Margarita Zavala, hoy se rasgan las vestiduras ante la decisión del INE de frenar a Macedonio en su carrera por la gubernatura de Guerrero.

En el mismo supuesto están otros integrantes de las huestes morenistas, a quienes se les olvidó reportar sus gastos de precampaña -de seguro tuvieron otras cosas más importantes que hacer-. Fueron 25 candidatos de Morena y unos cuantos de las Redes Sociales Progresistas quienes no cumplieron con este requisito.

El escándalo apenas comienza, pues entre los afectados también está Raúl Morón, quien es el ungido del régimen para contender por la gubernatura de Michoacán, y muchos otros cuadros que iban por presidencias municipales y cargos locales en diversos estados.

Ante todo esto, los sospechosistas ya voltean a ver de reojo a José Luis Vargas y las veletas del Tribunal Electoral, quienes, a nadie debiera sorprender, “conforme a derecho”, echarían abajo las sanciones y pondrían a los candidatos de Morena de nuevo en el ruedo.

El descrédito del TEPJF no es gratis, ya que, como se ha evidenciado en distintas sentencias, la mano de Palacio Nacional mueve los hilos en esa institución. Es por ello que desde la oposición ya se hacen sentir las voces que exigen al Poder Judicial anteponer los intereses del país y servirle a la gente no al dedito de ya saben quién.

Las presiones contra el INE seguirán en aumento, vendrán bloqueos y pataleos de todos aquellos a quienes no les pareció adecuado el proceder de la autoridad electoral. Y es que aquí aplica eso de que no se puede chiflar y comer pinole.

Morena quiere un INE de mano dura para con los enemigos y otro arrodillado a sus intereses, quiere un juez de cartón que tolere la corrupción y guarde silencio ante la transgresión de la ley cuando favorece a sus intereses partidistas. Así no, o todos coludos o todos rabones. 

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