Sin rigidez
Carlos Luna: Sin rigidez
Si las investigaciones sobre el cambio de hábitos sirven de indicación, sólo la mitad de los propósitos de Año Nuevo tienen probabilidades de superar el mes de enero, y mucho menos de durar toda la vida.
Los expertos en psicología positiva y literatura recomiendan un enfoque poco convencional, pero más prometedor.
Combina ideas de psicólogos y del primer gurú de la superación personal de Estados Unidos, Benjamín Franklin, que fue pionero en un modelo de cambio de hábitos muy adelantado a su tiempo.
Un periodo para practicar y fracasar. Las investigaciones han puesto de relieve dos posibles escollos de los propósitos de Año Nuevo. En primer lugar, si le falta confianza para invertir en un esfuerzo en toda regla, no conseguir el objetivo puede convertirse en una profecía autocumplida. Además, si mantiene el cambio, pero percibe el progreso como inaceptablemente lento o inadecuado, puede abandonar el esfuerzo.
Si la gente percibe el fracaso como una señal definitiva de que no es capaz -o ni siquiera merecedora- de alcanzar el éxito, el fracaso puede llevar a la rendición.
Muchos de nosotros, sin querer, nos abocamos al fracaso con nuestros propósitos de Año Nuevo. El 1 de enero, nos lanzamos a un nuevo estilo de vida y, como era de esperar, resbalamos, caemos, volvemos a resbalar… y al final nunca nos levantamos.
Un jardinero deshierbando un arriate cada vez. Mucho antes de convertirse en uno de los mayores triunfadores de Estados Unidos, Franklin ideó un método que le ayudó a superar los inevitables fracasos de la vida, y que podría ayudarle a dominar sus propósitos de año viejo.
Cuando aún era joven, Franklin ideó lo que llamó su “audaz y arduo proyecto de alcanzar la perfección moral”. Con una confianza encantadora, se propuso dominar 13 virtudes, entre ellas la templanza, la frugalidad, la castidad, el orden y la humildad.
En un movimiento típicamente Frankliniano, aplicó un poco de estrategia a sus esfuerzos, concentrándose en una virtud a la vez. Comparó este enfoque con el de un jardinero que “no intenta erradicar todas las malas hierbas a la vez, lo que excedería su alcance y sus fuerzas, sino que trabaja en uno de los macizos cada vez”.
Un hombre mejor y más feliz. Muchos años después, Franklin admitió que nunca fue perfecto, a pesar de sus mejores esfuerzos. Sin embargo, vale la pena recordar su evaluación final: “Pero, en general, aunque nunca llegué a la perfección que tanto ansiaba, sino que me quedé muy lejos de ella, fui, por el esfuerzo, un hombre mejor y más feliz de lo que habría sido si no lo hubiera intentado”.
Tratar la superación personal como un proyecto sin plazos rígidos funcionó para Franklin. De hecho, su plan probablemente le ayudó a tener un gran éxito en los negocios, la ciencia y la política. Puedes disfrutar del mismo éxito que tuvo Franklin si empiezas con tu propio calendario -ahora, durante el año viejo- y tratas la superación personal no como un objetivo con fecha de inicio, sino como un “proyecto” continuo.