Sin título
David Ojeda: Sin título
Sin título, sin introducción ni desarrollo, mucho menos desenlace, porque lo que voy a contar no tiene forma de describirse, no tiene comparación que se merezca, no tiene fórmula, no tiene nombre, puesto ya que se trata del cúmulo de emociones más grande que tiene mi alma, una explosión de sensaciones que no alcanza mi mente a describir y que sobrepasa las habilidades de este escritor de poder expresarse.
En este domingo les cuento como hace justamente una semana, a las 5:20 de la mañana nací, no hablo del día de mi cumpleaños o el día del médico, que justamente se celebró aquel 23 de octubre, sino de mi verdadero nacimiento, ya que en realidad mi corazón latió por primera vez cual locomotora que inicia la marcha del cero al mil por hora.
El pasado domingo, no solamente mi corazón inició su función, sino que mis oídos escucharon por primera vez y mis ojos admiraron la belleza que nunca habían mirado ni soñaban mirar. El pasado domingo no solo nací, sino que me enamoré y lo hice a primera vista sin dirigir palabra alguna, sin aún sacar un aliento, sin siquiera pensar que así pasaría. El pasado domingo, en una fría y ajetreada madrugada, encontré el calor y la paz al convertirme en papá.
Mi corazón se detuvo cuando vi que nacías quedando completamente sordo y mudo, pero, al momento de tu primer llanto latió, como nunca en toda mi existencia, mis oídos por primera vez escucharon con amor, mis ojos admiraron tu ternura y, entonces, como algunos dirían, morí y volví a nacer, pero no es así, nací por primera vez, pues abrí los ojos como nunca lo había hecho y aperturé mi corazón encontrando a mi otra alma gemela sin siquiera haberle hablado.
Nací por vez primera, pues mi vida ya tiene completo sentido, mis sueños se transformaron en uno solo, en ti, todo en ti.
Y ese yo que antes existía ya no está más, es sólo un eco que deambulaba por el mundo, puesto que no sabía que te encontraría y ahora que te conoce todo cambia, pues ese yo de antes, cual acto de magia, se transformó en algo nuevo, todo luego de esperarte con tantas ansias, de desearte con toda el alma y ahora te tiene aquí, desbordando de amor por ti.
Hoy te escribo comprometido a nunca dejarte solo, tienes aquí a la persona que más te ama y que trabajará a diario para que seas una gran persona, llena de bien, llena de felicidad, llena de valores, repleta de amor y de Dios. Hoy me comprometo a tenderte por siempre la mano, a luchar por todo aquello que haga bien en ti, a trabajar de la mano con mamá para que nunca nada primordial te haga falta.
Mi bebito, si te amaba sin verte, no te imaginas cuánto te amo ahora que puedo mirarte mientras duermes. Si me emocioné con tus pataditas en la barriga de mamá, no te imaginas cómo me emociono ahora con tus muecas y tiernos gestos. Si tuve miedo cuando casi te perdemos, no te imaginas el que siento ahora cada vez que lloras y no te logro consolar. Mi bebito, aquí y por siempre está papá, el que acaba de nacer, el que te ama con toda el alma, el que vive para ti.