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La semana pasada se presentó la tercera edición del Diccionario de Escritores de Yucatán en una ceremonia realizada el sábado 22 de febrero en el Hotel Conquistador, ante la presencia de numerosos escritores y medios locales. La publicación de la Compañía Editorial de la Península (Cepsa), cuya iniciativa original data de 2003, tiene como compiladores a Roldán Peniche Barrera y Gaspar Gómez Chacón, quienes pretendieron hacer una nueva versión corregida y aumentada de dicho diccionario, el cual requería una urgente actualización.

Sin embargo, aunque el esfuerzo es loable, se quedó corto en su alcance. De entrada, esta edición es más incluyente que la anterior - ya que contiene a 43 escritoras, casi el doble de las 24 de su predecesora-, esta cifra representa menos del 20% del total de autores incluidos, que son 282. Si consideramos que la publicación abarca el periodo comprendido entre el siglo XIX y 2019, entonces podemos concluir que la representación femenina aún está lejos de ser equitativa.

Lo anterior no es cosa menor, sobre todo si tomamos en cuenta que, aunque hace más de 100 años era comprensible que las mujeres no tuvieran tantas representantes literarias, esta edición presenta omisiones imperdonables, en tanto que son obvias y porque muestran un panorama que, a mi parecer, está incompleto. A bote pronto, y sin una investigación extensa como la que seguramente hicieron sus autores, la ausencia de Karla Marrufo Huchim, Nadia Escalante Andrade y Verónica Rodríguez resulta inexplicable, toda vez que la primera fue parte del consejo editorial de la Sedeculta (presidido por Peniche Barrera), y cuenta con varias publicaciones y premios en su haber, al igual que Nadia.

Por otro lado, Verónica tiene un libro de cuentos publicado en 2016 también por Sedeculta (aprobado por el mismo consejo). Tal vez por evidentes, estas ausencias se hacen más notorias, pero no son las únicas. El poeta Marco Antonio Murillo y el cuentista Carlos Castillo Novelo también quedaron fuera, entre otros con obra publicada. Lo más extraño es que todos los mencionados -sin importar su género-, se encuentran consignados dentro de la Enciclopedia Yucatanense (2018), obra que uno pensaría es de consulta obligada para cualquier investigación bibliográfica sobre la literatura yucateca contemporánea. El criterio editorial tampoco queda claro, pues hay autores sin ningún libro publicado, y otros que no incluyeron por esa razón. También hay escritores que aparecen bajo su nombre artístico, pero sin apellidos. Se nota el poco cuidado de la edición, pues en cada una de las 268 páginas del libro, lo primero que se lee es un error ortotipográfico en el título.

Finalmente, aunque celebro la aparición de este diccionario que da cuenta de los nacidos en los 80 y de la literatura en lengua maya, valdría la pena hacer una revisión exhaustiva y una reimpresión para subsanar estos gazapos. Asimismo, una versión electrónica susceptible de ser actualizada constantemente sería un valor agregado, como lo fue en su momento el proyecto Yucatán Literario, parecido a la Enciclopedia de la Literatura en México que es la fuente de consulta más fidedigna a nivel nacional.

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