Suicidio: los que se quedan
El Poder de la Pluma.
A través de un video difundido en redes sociales, el doctor Gaspar Baquedano López, psiquiatra y antropólogo social, director de la Escuela de Conciencia (ECO), ha hecho un importante llamado para generar conocimiento en torno al suicidio, un problema humano que manifiesta una serie de facetas complejas, que rebasan el simple cúmulo de estadísticas e incluso los propios análisis psicológicos y psiquiátricos, un hecho trágico cuya razón de acontecer responde en cada caso a especificidades que a su vez reflejan un malestar generalizado en las sociedades contemporáneas expuestas a una serie de crisis-rupturas de dimensiones aún en estudio.
El suicidio es un hecho humano, una realidad en incremento y también un urgente llamado a repensar los diferentes escenarios que vivimos. La vida, desde diversos ángulos, se ve expuesta a la indefensión; tan sólo en Yucatán, durante los meses de pandemia, se han registrado oficialmente más de cien casos que incluyen a niños, adultos y ancianos de ambos sexos. Es, en suma, un reto y una tarea pendiente de atender, prevenir y resolver.
En el mencionado video, publicado como parte de las actividades del Día Mundial de Prevención del Suicidio que se efectúa cada 10 de septiembre, el doctor Baquedano hace hincapié en no olvidar a quienes se quedan, a las personas cercanas al contexto y situación de un suicida, a los familiares y amigos, parejas y compañeros de vida, que, ante los trágicos hechos de un ser querido, deben continuar en una especie de sobrevida, llevando consigo el dolor y la ausencia que provoca el suicidio.
No es exagerado hablar de sobrevivientes del suicidio. Contrario a lo que se ha pensado por mucho tiempo, el suicidio no es un simple acto individual que sólo responde a la decisión de un ser, es en realidad un acontecimiento social sobre el que apenas se comienza a generar conciencia de sus dimensiones socio-culturales, pues los análisis que extreman la particularidad del suicida dejan de lado todo el entrono de actuación y afectación; es decir, las repercusiones de un suicidio van mucho más allá del hecho de la lamentable muerte de un ser humano, hablamos en ese sentido del desgarramiento de la humanidad por sus propios cauces.
Los que se quedan, personas que parecieran condenadas a vivir con el pesar de la ausencia y agonía cotidiana entre fragmentos muchas veces carentes de sentido, tienen también la necesidad de asimilar el proceso que genera la pérdida; esto, desde luego, no reduce ni diluye la importancia de quien ha tomado por una u otra razón la decisión de andar por el sendero del suicidio, en realidad, le otorga una dimensión mayor, involucrando más aspectos a tratar, se hace a quien vive con la ausencia parte de todo lo que debe estudiarse y tratarse para la superación y prevención de la reproducción de una realidad que sigue aumentando.
Hay que hablar del suicidio y de todo lo que conlleva; antes, durante y después de los hechos. Tanto la persona suicida como quienes se quedan son fundamentales para el complejo mundo que necesitamos humanizar.