'Tirahulazos' a diestra y siniestra
El Poder de la Pluma.
OTRA VEZ LAS CABEZAS DECAPITADAS. Buenos días, estimados lectores. Este fin de la década y los primeros días del nuevo año los batidores estuvieron muy diligentes. Don Guillermo A. Cervera es el primero en enviar una pieza hacia nuestro tirahule. El Sr. Cervera vislumbra en el Facebook una información de CNN en español relativa al hallazgo de un barco fantasma con siete cadáveres y dos cabezas decapitadas. En anterior colaboración mencionamos que, según el Diccionario de la Lengua Española, decapitar es cortar la cabeza, separándola del cuerpo. O sea, el que está decapitado es el cuerpo, no la cabeza. Decir cabezas decapitadas es una impropiedad del lenguaje al emplearse un vocablo con significado distinto al que realmente tiene. Debió decirse: dos cabezas cercenadas, pues cercenar es cortar las extremidades de una cosa. Se puede cercenar un dedo, una mano, una pierna, una oreja o una cabeza como extremidad de un cuerpo. Tiramos de las ligas de la honda hasta el máximo, el duro guijarro se impacta en las cabezas decapitadas y el último gazapo del 2019 va a la buchaca.
FUERTEMENTE FORTIFICADA. El Ing. Luis Hoyos Schlamme lee en la prensa local los sucesos acaecidos en la embajada mexicana en Bolivia y de pronto advierte: la sede diplomática mexicana se encuentra fuertemente fortificada. De inmediato don Luis señala el error: “Considero que debió ser fuertemente resguardada. Es el primer gazapo del año”. Tiene razón el Sr. Hoyos. Fortificar significa hacer fuerte con obras de defensa a un pueblo o un sitio cualquiera, para que pueda resistir los ataques del enemigo. En el local de la embajada mexicana no se construyó ninguna fortificación; la policía boliviana solamente resguardó o protegió el lugar para precaverse o prevenirse algún daño. Estamos en presencia de otra impropiedad de redacción, pues la palabra fortificada se utilizó con un significado diferente al que le corresponde. El gazapatón se encamina directamente hacia nuestra resortera, la pedrada surte sus efectos y una segunda pieza es depositada en el morral.
LA VIDA DE VISITA. En la versión electrónica de otro periódico editado en esta ciudad el Ing. Carlos Rubio Cuevas divisa un llamativo título y de inmediato lo remite a esta columna: “Turista pierde la vida de visita en un cenote de Valladolid”. A ver, a ver. ¿Cómo está eso de la vida de visita? Esta falta de claridad se debe al error de usar voces que no son necesarias para entender la frase u oración, ese exceso de palabras es una redundancia o pleonasmo. Turista es la persona que recorre un país por distracción o recreo, es decir, es un visitante. Por lo tanto, no había necesidad de precisar que el turista estaba de visita en el cenote. Con decir “Turista pierde la vida en un cenote de Valladolid”, la cláusula queda bien redactada. Nuestra honda dirige otra pedrada al error enviado por el Ing. Rubio Cuevas y una tercera pieza es resguardada en la alforja. Un disparo más de la resortera y tenemos que pedir ayuda para cargar el repleto sabucán.
Hasta el próximo tirahulazo.