Todo lo que muere
Rodrigo Ordoñez: Todo lo que muere
La nueva novela policial tiene varios representantes, principalmente en Estados Unidos, con una reestructuración de los viejos maestros que tenían a sus detectives con habilidades impecables con las armas, una personalidad ruda y un gran apego por la justicia más que a la ley, ya que sabían que las dos muchas veces se contraponen en la realidad. En los últimos años se han escrito varias novelas de este género que han matizado bastante a los protagonistas, sin que ello implique una reducción en la calidad de la literatura.
La primera novela del escritor John Connolly, Todo lo que muere, aborda la vida del detective Charlie Parker, alias “Bird”, quien es un inspector del Departamento de Policía de Nueva York, que tras salir a emborracharse, debido a que estaba en la pendiente a convertirse en alcohólico, regresa a su casa para descubrir que su esposa e hija fueron brutalmente masacradas por un asesino en serie que monta la escena del asesinato para impactar al esposo.
Tras dar aviso a la policía, el detective queda en la lista de sospechosos porque salió esa noche por un pleito conyugal, dejando la sospecha que pudo montar en cólera, asesinarlas y dejar esa escena para alejar la atención de él, sin embargo, al existir pocas pruebas, lo dejan momentáneamente libre y lo despiden del departamento de policía. El crimen se queda sin resolver, sin rumbo y con un sentimiento de culpa y deseo de venganza, se convierte en detective privado, para tratar de reunir pistas sobre el asesino y ganarse la vida en un sistema que no le quita el aura de culpable.
Esta novela reúne varios elementos del género tradicional, como son el trabajar en los márgenes de la ley, establecer un código de honor basado en la justicia, sin importar que se doble un poco las leyes, además que incorpora la visión de los grupos delictivos que están inmersos en el trasiego de la droga y la venta de armas al por mayor. También adapta en ese formato policial la rivalidad entre grupos de narcotraficantes, a las agencias investigadores estatales y federales atadas de manos ante la ausencia de evidencias para procesarlos, dejándolos adquirir poder conforme pasan los años.
Un elemento novedoso en esta novela, además de la narración vertiginosa y la incorporación de personajes secundarios que acompañan al detective, es que no traza una línea biográfica profunda, permitiendo que el relato sea ágil, más bien es un rompecabezas que debemos armar en el camino. También inserta un poco de los elementos sobrenaturales, ya que la acción ocurre en Nueva Orleans, que adopta de la cultura de esa ciudad, como una línea que debe seguirse para entender al asesino.
La novela le hace honor al título, nos recuerda que con el tiempo todo muere, las relaciones, los amigos, ya sea simbólica o materialmente, nos vamos quedando solos en la brecha del camino, permaneciendo como único consuelo que aún estamos aquí para encontrar una forma de honrarlos, perdonar y olvidar.