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¡Nos vamos a dique!, se anunciaba a bordo desde por lo menos un mes antes de que nuestro barco entrara “a carena” en el astillero de la Armada ubicado en Salina Cruz, Oaxaca, un complejo industrial de tal importancia que no sólo buques de la Marina, sino también mercantes, petroleros, ferrys y yates de gran calado hacían fila para recibir mantenimiento en su dique seco (que en ocasiones hasta dos naves recibía) o en el flotante.

Recuerdo las dos ocasiones que nuestro Guardacostas quedó “en sus calzos” –allá por los años 70– y se arriaba la bandera con honores al silbato cuando emergía su obra viva conforme se achicaba el dique, mientras los buzos verificaban que la quilla quedara en sus calzos. Comenzaba después una febril actividad de al menos un mes en la que todos los tripulantes participábamos de las faenas en cubierta o en máquinas, además de los especialistas del astillero: soldadores, paileros, torneros, mecánicos, electricistas, carpinteros, etc. La franquicia se reducía a unas horas porque, tras salir del dique, continuaban los trabajos en el muelle, donde gigantescas grúas se paseaban todo el día…

Así, me dije, será el astillero que se anuncia como “el centro de construcción y mantenimiento de embarcaciones más grande de México y América Latina”, que pretende establecer en Progreso la empresa italiana Fincantieri tras firmar un convenio con el Gobierno de Yucatán. Se invertirán entre 300 y 500 millones de dólares. En ese complejo de 40 hectáreas, contempla construir dos diques secos para reparar o construir embarcaciones de hasta 400 metros de eslora y una plataforma elevada (sincro-elevador) para las de hasta 150 metros de longitud, además de unos mil metros de muelles, grúas, talleres, equipos especiales, oficinas y almacenes. Se prevé iniciar operaciones en 2024 y la firma tendrá 40 años de concesión.

De tal envergadura es esta obra, que ya se preparan licitaciones para iniciar el dragado el próximo año para tener como mínimo 15 metros de calado en el puerto (en el Golfo la profundidad se alcanza a muchos metros de la playa), que corresponderá al gobierno estatal, con la consecuente demanda de empleos y derrama económica. Al comenzar operaciones la empresa prevé que requerirá 700 empleados y una cadena de proveeduría que implica a dos mil 500 trabajadores. Sin duda otro gran logro del gobierno estatal por atraer inversiones, en medio de la peor crisis económica mundial, por la pandemia de coronavirus.

Leo que Fincantieri, con sede en Trieste, Italia, es el mayor constructor de buques de Europa y cuarto constructor naval en el mundo, se asume como el número uno en diversificación e innovación en la construcción naval de alta tecnología; ha botado más de siete mil embarcaciones y construye desde buques de guerra (recientemente firmó un convenio para construir 10 fragatas a la Armada italiana), embarcaciones especiales de alta complejidad, transbordadores y yates de lujo. El Grupo cuenta con 18 astilleros en cuatro continentes, con casi 20 mil empleados.

Soplan buenos tiempos para Progreso, y mejores para Yucatán.

Anexo “1”

No es por presumir…

En una entrevista, el secretario de Fomento Económico y Trabajo de Yucatán, Ernesto Herrera Novelo, dijo que a empresa Ficantieri “tendrá la facultad (sic) de atender los servicios requeridos por la Armada de México”. Quizás lo expresó como el alcance de la firma en su astillero que pretende construir en Progreso, porque la Marina tiene sus propios astilleros, como el referido al inicio de esta columna, además de varaderos en algunos puertos.

El sexenio pasado, había construido en sus astilleros 14 buques, entre Patrullas Costeras, Interceptoras, Buques de Vigilancia Oceánica, y Logísticos. Además de que da mantenimiento a su fuerza naval en sus astilleros del Golfo y el Pacífico. La Semar fortaleció su colaboración con Pemex para la construcción de remolcadores para su flota menor. Todo ello como parte del fortalecimiento de la industria naval y para una respuesta efectiva en acciones de defensa y seguridad nacional.

Así, la Secretaría de Marina mantiene el derrotero para cumplir con la renovación de sus unidades de superficie al impulsar la construcción naval, y optimizar los recursos, especialmente en esta época de austeridad, lo que consolida su poder naval y apuntala los proyectos de construcción y modernización de la institución.

Así que, como dice el dicho… “también en San Juan hace aire”.

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