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Para algunos de quienes estamos en el sector energético, especialmente en la parte eléctrica, resulta ser un gran enigma conocer cuáles serán los verdaderos motivos que tiene el actual gobierno federal para empecinarse en imponer a la fuerza una política energética absurda, contraria al interés general de todos los mexicanos y, para ser todavía más exactos, contaria hasta para sus mismos intereses.

Desde el origen mismo del problema, al momento de emitir y publicar la política que ha sido tan combatida en tribunales, han expresado con insistencia y en cuanto foro encuentran que el Artículo 25 de la Constitución señala con claridad que corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional, y hasta ahí tienen razón. Pero resulta que el mismo Artículo 25, inmediatamente después, postula que debe garantizarse que ese desarrollo sea integral y sustentable, lo cual su política claramente no propicia, les manda que dicha política fortalezca el régimen democrático, y la emiten sin escuchar opiniones ni reunirse con actores involucrados para tomarlos en cuenta, lo cual debilita la participación y fomenta la imposición.

Textualmente el 25 define la competitividad como el conjunto de condiciones necesarias para generar un mayor crecimiento económico, promoviendo la inversión y la generación de empleo, y ordena que mediante ella se fomente una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permitiendo el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos.

La política emitida es decididamente contraria a todos estos mandatos constitucionales. Entonces, ¿qué los motiva? ¿Acaso la corrupción? Este gobierno no se ha cansado de repetir que no es corrupto, que no son iguales a los anteriores, que la corrupción ya se acabó. Independientemente de que muchos no nos creemos esos enunciados, pueden robar tanto con una buena política, innovadora, moderna, que propicie el desarrollo sostenible de nuestro país, como con una contraria a estos principios, como la que pretenden seguir. Es más, aunque no debe de ser, la gente suele “perdonar” o ser más tolerante con la corrupción, si al menos de las políticas resultan cosas positivas. Aquí no veo cómo pueda ocurrir eso.

¿Fines electorales? Quizás las concesiones que han hecho al Suterm les sumen algunos miles de votos, de los cuales muchos ya tenían en la bolsa de todos modos. Pero con su terquedad están poniéndose en contra a buena parte de la sociedad, especialmente los jóvenes, que son muy sensibles y están a favor de la transición a energías limpias y la protección al medio ambiente, y lo más importante: son mayoría.

¿Son tontos y no entienden? Lo dudo, ningún tonto llega a ser presidente de México y menos con tan amplia ventaja, ni tampoco creo que Rocío Nahle y Manuel Bartlett sean tontos. El cuento de que es por la soberanía nacional pienso que ni ellos mismos lo creen.

¿Cuáles son entonces los motivos que subyacen a estas políticas, que tercamente tratan de sostener con mentiras dolosas? Al menos para mí, es un gran enigma.

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