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Esta semana ocurrieron múltiples sucesos complicados que llevaron a mi familia a la oración, la unidad y lataquicardia. Todo ha concluido con bien y alegría, pero dentro de toda esta historia pude encontrar dos remembranzas que para este Día del Padre vale mucho la pena platicar.

Por un lado vi a un hijo preocupado y ansioso, que demostraba su amor con presencia, tratando de animar a su madre y generando una fortaleza que, de verdad, no tengo idea de dónde le surgía al ver a su papá en terapia intensiva. Un hijo que dio ejemplo de tener un padre fabuloso que lo contagió de ese espíritu para momentos difíciles que dieron fruto para velar por él.

Por otra parte, miré a un padre angustiado por su hijo, que no se separaba del hospital ni de las oraciones y que firme en su fe decía: “Me mantengo positivo, pues sé que todo saldrá bien”, y ese positivismo lo compartió con el resto de la familia que se mantuvo al borde del asiento pero esperando siempre un bien que sí llegó. La fortaleza para generar paz en la familia es impresionante y un logro que solo con mucha sabiduría se puede alcanzar.

Y ya que hablamos de papás, no puedo perder la oportunidad de presumirles al mío, a quien le debo todos los pensamientos mágicos que puedo tener, por quien obtuve el valor de la perseverancia de la cual siempre me jacto. Mi papá siempre valiente, que nunca abandona y es capaz de quitarse de las manos un sueño para que nosotros sus hijos cumplamos el nuestro. Mi amigo, el que tantas veces incluso me ha defendido de mamá solapando unas buenas historias que nos llevan también a compartir agradables anécdotas.

Estoy seguro, y lo escribo como pacto, que cuando tenga su edad quiero ser como él, pese a los años sigue siendo mi héroe y continúa como mi gran maestro, buen guía y faro hacia el futuro que con amor ha tratado siempre a mi mamá, cuya caballerosidad asombra a cualquiera así como la paz que siempre refleja aunque una tormenta rodee su mente.

Gracias papá por haber aceptado esta difícil tarea frente a un mundo que en la vanidad da hijos pero no los trata como un verdadero padre lo hace. En tu caso decidiste serlo y te has mantenido siempre al pie del cañón logrando vencer cualquier dificultad que se haya impuesto.

Gracias por no solo darme la vida sino por llenarla de educación, alegría, esperanza y metas. Gracias sobre todo por ser mi amigo, por haberte sacrificado y haberme dado tanto de ti para convertirme en quien soy mientras disfrutas cómo me vuelvo en quien quiero ser. Feliz Día del Padre y mucha alegría para ti y para todos aquellos que en su corazón tienen la paz de haber dado todo su amor para que sus hijos sean grandes personas. El manual del padre no existe, pero gente como tú debería de escribir uno.

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