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Hubo un tiempo en que los policías eran respetados y respetables. Por ejemplo, en la Ciudad de México los agentes que (en pareja) hacían rondines en las colonias, a veces a pie, daban cierta tranquilidad a los vecinos, que acudían a ellos incluso ante un pleito o alguna emergencia médica. Esa estampa de finales del siglo pasado se ha perdido en muchos lugares, donde la gente no sólo dejó de confiar en los uniformados, sino ha llegado a temerles ante la posibilidad de ser extorsionados o detenidos con cualquier pretexto.

Ese tema motivó uno de los cambios propuestos en la reforma para ampliar la permanencia de los militares en labores de seguridad pública hasta el 2028, aprobada en el Senado. La apuesta es fortalecer las corporaciones policiales, porque los recursos para ese rubro en los estados se habían eliminado. Además, las modificaciones al dictamen establecen que la actuación de las fuerzas armadas debe estar sujeta a los criterios establecidos por la SCJN, es decir, que sea de forma extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria.

La semana pasada comentamos que era obvio que ante la grave inseguridad que persiste en el país, en ciertos estados es necesario el apoyo del Ejército y la Marina en tareas de seguridad pública. También dijimos que politizar (como se hizo) un asunto de tal trascendencia y pretender transgredir normas e imponer voluntades, generaría un rechazo. Por fortuna, la ciudadanía sigue confiando en los soldados y marinos, así como en las instituciones garantes de nuestra soberanía nacional.

Sin duda, el fortalecimiento de las policías es de vital importancia, porque de ello depende, como muchos deseamos, el regreso de los militares a sus cuarteles. Es un reto para varias entidades, no para Yucatán, que desde hace varios años tiene un elevado estatus de seguridad y el reconocimiento a la policía, incluso por el Ejecutivo Federal. Por cierto, también se destacó el pasado miércoles en el programa Tercer Grado, donde un analista comentó que no hay Guardia Nacional en el Estado, lo cual no es así, lo que pasa es que su actuación es mínima precisamente porque aquí la SSP sí hace su tarea.

Hace tres años escribimos en este espacio (https://bit.ly/2kziWKb) y lo reiteramos, que aquí hay una responsabilidad asumida y compartida por los gobiernos estatal y municipales (con especial énfasis en Mérida), lo que ha permitido que el Estado siga gozando de la paz y tranquilidad reconocidas, y que a la capital yucateca se le califique como la segunda ciudad más segura del continente americano, por la revista CEO World.

Esto, como afirma el gobernador Mauricio Vila Dosal, se ha logrado mejorando los salarios de los agentes, facilitándoles la adquisición de vivienda, ofreciéndoles becas para sus hijos, capacitándolos permanentemente; dotando a los cuerpos policiales de vehículos, armamento y equipo de vanguardia y, algo muy importante: el reconocimiento de sus mandos y de la ciudadanía por su labor, porque los niveles de confianza y desempeño de nuestros uniformados nos han colocado como un referente en todo el país.

Anexo “1”

…Y en Quintana Roo

La primera baja en el gabinete de la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama, fue tan sorpresiva que generó especulaciones de diversa índole. Lo cierto es que la “recomendación” para que acepte a un contralmirante infante de marina como Secretario de Seguridad Pública es parte de la política de seguridad del Gobierno Federal y puede ser positiva para amainar la violencia que, aunque se ha frenado, por momentos se exacerba en esa región, particularmente en Benito Juárez (Cancún) y la Riviera maya.

El contralmirante Rubén Oyarvide Pedrero –quien relevó a Manelich Castilla Cravioto– ya les leyó la cartilla a los mandos de las 11 policías municipales al señalarles que se debe fortalecer el trabajo coordinado, que considera fundamental para reconstruir la paz y la tranquilidad de las familias quintanarroenses. Ojalá lo logre.

No es el primer jefe naval que toma las riendas de la seguridad pública en este Estado. Han pasado varios, incluso generales, con no muy buenos resultados. Lo cierto es que, desde hace décadas la seguridad en la mayoría de las entidades está en manos de mandos militares, ya sea como parte de los gobiernos o como comisarios de la Guardia Nacional, como ocurre en Yucatán donde, como ya mencionamos, su labor es más discreta.

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