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Hace algunos años, laboraba en una empresa del ramo de la construcción y me encontraba en un almuerzo de negocios con proveedores que acababan de llegar de Guatemala, ellos pretendían introducir sus productos en la Península de Yucatán y estábamos en el proceso de discutir los detalles; el más joven de ellos, con 29 años de edad, hijo de un prominente industrial guatemalteco, platicaba conmigo sobre su hermosa tierra del Quetzal, y en un momento le pregunté qué opinaba sobre aquel sueño de Francisco Morazán de unir a Centroamérica en una sola nación, se me quedó viendo extrañado y me dijo: –“perdón, de quién me habla usted?”, –pues de Francisco Morazán Quezada, nacido en Honduras, el gran prócer centroamericano, le contesté, fue Presidente dos veces de la República Federal de Centroamérica hasta que su sueño no pudo ser posible por intereses extranjeros y fuerzas internas que lo obligaron a renunciar y fue fusilado en Costa Rica; me siguió viendo como si mis palabras fueran en algún idioma extraño y comprendí que no sabía de qué le estaba hablando; inmediatamente cambié la conversación y seguimos disfrutando de nuestro almuerzo.

De regreso a mi oficina, pensaba con tristeza y frustración cuan vano puede resultar el esfuerzo de un hombre o incluso de una generación, cuando ese terrible sentimiento nos posee, me refiero a la indiferencia y al olvido. De 446,858 kms cuadrados era el sueño de Francisco Morazán, de 4,162 kms de costas, de cerca de 200 ríos y 23 lagos, era un sueño con 107 volcanes, un sueño de más de 53 pueblos y lenguas indígenas, un sueño que envolvería a 51 zonas arqueológicas en un sólo istmo, en una sola Patria, en un gran país llamado “República Federal de Centroamérica”.

Mucho se ha hablado de la gran epopeya de Francisco Morazán, que si era liberal, que si odiaba a los conservadores, pero ahora, a 182 años de su muerte, el sentido común nos obliga a pensar que lo único que hizo fue: de los Conservadores, conservar lo bueno, y de los Liberales: liberarse de lo malo.

En 203 años de vida “independiente”, Centroamérica sólo en escasos 9 años tuvo la dicha de mantenerse unida como una gran nación, gracias a Francisco Morazán que asumió el poder por derecho popular y desarrolló una de las gestiones políticas y culturales más avanzadas en su época, aplicó reformas que marcaron el ejemplo para otros países de América Latina como: libre comercio; libertad de religión; se abolieron los diezmos; se permitió el matrimonio civil, el divorcio y la libertad de expresión; la iglesia ya no conservó el poder que tenía sobre la educación; hubo un auge en la construcción de escuelas carreteras y hospitales. Todo esto inspirado en las ideas revolucionarias de la Ilustración francesa. Por supuesto que fue necesario luchar, a caballo y con espada para defender lo ganado y para ir en auxilio de cualquiera de las cinco naciones hermanas en el momento que lo llamaban. Su pecado fue pensar diferente y creer en la maravillosa posibilidad de crear esa Patria Grande, y después extenderse y estrechar el espíritu de ese otro gran caudillo del sur, del gran Simón Bolívar, y por qué no, también acompañar al gran reformador llamado Benito Juárez, a fin de cuentas, fueron contemporáneos.

Hoy, somos muchos los que queremos ver y palpar ese sueño, somos la unión entre América del Norte y América del Sur, un puente de amistad y hermandad… un Sueño morazánico.

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