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Hoy, último día del año, sé que disfrutaré aunque sea un trago de cerveza. Pero, todavía me falta remojar la carne... No sé qué me pondré en la noche, en realidad no tengo nada.

¿Te acuerdas de esa ocasión en que me regalaste aquel vestido rojo que apretaba mi cintura y descubría mis piernas? Apretaba mis senos, pequeños limones... Estos sí están grandes y jugosos, con poco bastará para macerar la carne... Lucía tan bien con esas zapatillas altas que me movían como rama en otoño al sonar del danzón.

En tus brazos fuertes, de apuesto general. Y tus manos, ¡ah, tus manos!, que paseaban por mi piel hasta enguantarse con mi pantaleta de algodón para recorrerla de principio a fin, sintiendo sus encajes. Se confundían a veces con el cabello de mi pubis, que abrías para dar paso a tus dedos envueltos en mantequilla, deslizándolos suaves y deliciosos...

Aquí estás. ¡Te sofreiré con mantequilla para que te ablandes! El ajo siempre da lata, pero también olor... Sí, su olor tan penetrante como el tuyo, o el mío. No se olvida fácilmente. Tal vez por eso me gusta el ajo... Bajaré la flama para que tarde más. Eso intensifica el sabor... Ah, ese sabor tuyo, sabor a playa, cuando tostados por el sol paseábamos por la arena y me invitabas a ese pescado frito que, como tú, quemaba mis labios... No, hoy no comeremos pescado, comeremos poc-chuc... Y este arroz que traje, tan sucio.

Ahora salpicará de lo mucho que lo he lavado. No importa, se confundirá con mi sudor... Hoy será un año más... Trataré de arreglarme el cabello para disimular, aunque el camino del peine sea más corto.

Es porque ya no siente caricias. Ni las tuyas, ni las mías, ni las del espejo... El espejo ya no me quiere, es traicionero como tú...Terminaré el almuerzo y me bañaré. Te sentiré en el jabón como barra de hielo derritiéndose en el cielo. Y el agua...

Hoy será Año Nuevo y no tengo nada que ponerme. Ni aquel vestido rojo, ni las zapatillas, ni a ti. Sólo un par de zapatos de tela que no combinan y un vestido... No, espera. Sí tengo un vestido rojo. No es el mismo, claro, pero es rojo. También deja ver mis piernas, aunque tampoco son las mismas. Ni ajusta la cintura ni muestra mis pechos... Ah, aquellos limones... ¡Los limones!…

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