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El pasado martes, nuevamente cayó en Mérida un premio de la Lotería. En esta ocasión, del sorteo de 21 millones de pesos en tres series; el número agraciado fue el 03634, la serie 1 fue enviada a Mérida para su venta, la 2, a Tampico, y la 3 se hizo vía electrónica.

Si alguien adquirió la serie completa, se volvió millonario, pues recibirá siete millones de pesos menos impuestos. Por cierto, la imagen del billete del Sorteo Mayor 3749 del martes 10 fue dedicada al Centro de Estudios Superiores Navales, que cumple 50 años de preparar a los mandos y directores de la Armada de México y algunos del Ejército. Por ese motivo compramos un cachito del 49873 a 30 pesos, pero no tuvo ni reintegro. Ni hablar, afortunado en el juego… y viceversa.

Mérida es una buena plaza para quienes tientan a la suerte y no sería nada extraordinario que cayera aquí el premio principal del “sorteo del avión presidencial”, billetes que oficialmente se comenzaron a vender el miércoles, según anunció el promotor principal del juego (en el amplio sentido de la palabra): el presidente.

El sorteo “especial” del 15 de septiembre, para el que se emitirán 112 mil 20 billetes o “cachitos” a la venta en 500 pesos, servirá, dice AMLO, “para una noble causa: la salud del pueblo”. Se sortearán dos mil millones de pesos en cien premios de 20 millones cada uno, y para motivar su compra el billete dice: “Es una cooperación para equipos médicos y hospitales donde se atiende de manera gratuita a la gente pobre”.

El dinero a repartir será proporcionado por el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, así que bien puede hacerse sin la vacilada de “rifar el avión sin rifarlo”. Es decir, sería un sorteo más, especial, como muchos que ha organizado la Lotería Nacional “para la Asistencia Pública”, que es lo que se pretende. Pero bueno, ya se ha comentado ampliamente al respecto, por los conservadores, desde luego.

El caso es que, como buenos mexicanos que somos, a veces jugamos a la Lotería con la esperanza de “pegarle al gordo” o al menos un buen premio. Recuerdo que desde que el cachito costaba unos tres pesos (de los de antes) mi padre compraba el suyo y a veces tenía reintegro, suficiente para ponerlo contento, aunque por lo general lo “cambiaba” por otro hasta perder el juego. En la rifa del avión se anunció que “no habrá reintegro general”, lo cual no me queda muy claro.

Sería interesante acudir al sorteo “histórico” y escuchar a los niños “gritones” en el edificio de la Lotería, ubicado en la glorieta donde estaba “El Caballito”, en la confluencia del Paseo de la Reforma, las Avenidas Juárez y Bucareli, centro neurálgico de voceadores, pues ahí reciben los ejemplares de los principales periódicos de la Ciudad de México, que seguramente el 16 de septiembre dedicarán espacio al “ganador del avión”.

Anexo “1”

Billeteros y billetes

 Los vendedores de billetes de Lotería vestían elegante: la mayoría de traje y gorra con el logo de Lotenal, otros, traje y corbata como burócratas de primera. También había señoras, mujeres y hasta niños que pregonaban “el de la suerte, patrón” o “el huerfanito” (último cachito de la serie) cerca de las ocho de la noche en que debían hacer el corte de la venta del día y reportar los no vendidos. Con el sorteo del avión, se dijo que unos tres mil de estos “vendedores de sueños de ser millonarios” ofrecerán en todo el país los cachitos. 

Por cierto, me entero de que estos personajes tuvieron sus propias publicaciones informativas, pues en 1933 emitieron el primer número de “El Billetero”, donde plasmaban noticias de interés para el gremio y hasta entrevistas, incluso tenían un “cuadro de honor” en donde publicaban los nombres de quienes vendían los premios mayores”.

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