Abogado mata carita

No es una ruta harto difícil la que le amanece, porque la propuesta para la primera fórmula al Senado...

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No es una ruta harto difícil la que le amanece, porque la propuesta para la primera fórmula al Senado de la coalición oficialista, Anahí González Hernández, sea débil de por sí —muchos, sistémicos, ajenos y hasta detractores, nos han hablado de sus cualidades y defectos—, sino porque, como comentábamos en la entrega anterior, su contrincante por Movimiento Ciudadano, Roberto Palazuelos Badeaux, está creciendo de manera notable, lo cual quedó en evidencia en una nutrida rueda de prensa efectuada ayer jueves en la capital quintanarroense, con presencia de lo más granado del periodismo político de Chetumal.

La ronda de preguntas de los reporteros fue muy larga y, cual más, cual menos, exigió al actor-empresario-político respuestas claras e inteligentes, y para brindarlas demostró tener no pocos bigotes: es inteligente, está imbuido no solo en la realidad y problemática socio-económica de su ciudad de residencia, Cancún, sino también del sitio en el que se ubican sus empresas, Tulum, y del país, por lo que como dijera el conspicuo contertulio de la proverbial recitación para el Día de las Madres, El brindis del bohemio, sentimos por esta vez no complaceros, pues nos centraremos exclusivamente en el asunto del que indagamos, que se parecería a la disyuntiva cortaciana de si Palazuelos es pura fama o tiene algo de cronopio político de raigambre estatal.

De cualquier pregunta emitida en un salón de céntrico hotel capitalino pudiera comentarse mucho, pero para el caso el periodista de carrera Ángel Ramírez Hernández, miembro directivo de la más reconocida organización del gremio en el sur del estado y director general del programa Zona Libre Noticias, hizo hincapié en el tema que antes le expusimos al precandidato único, pero evadió responder puntualmente, inquiriendo sobre conflictos que como político le afectaron en el pasado por su doble calidad de popular personaje de la farándula y político.

Ramírez cuestionó a Palazuelos sobre una declaración de minutos antes un tanto cuanto soberbia, cuando afirmó que no le preocupaba nada, como si la contienda electoral fuera a un picnic con pronóstico de tiempo soleado y sin conflictos viales en el camino, observando que su mayor preocupación debiera ser su personalidad de actor, porque en una contienda anterior una de sus declaraciones en el ámbito televisivo ocasionó que lo bajaran del equino de la candidatura en la contienda por el gobierno del estado. Ahora sí respondió, empezando por admitir el dislate.

El mayor acierto de la sureña mañana por parte del aspirante a la cámara, cuyo nombre deriva de la palabra latina para “viejo”, un poco nublada, pero con un clima excelente, fue la introspección que reconoció a un político bisoño de antaño —y para varios arrogante—, pero que ahora ha madurado y toma mucho más que en serio el ejercicio de esa actividad a la que los filósofos clásicos Platón y Aristóteles, su alumno, dedicaron la mayor parte de sus reflexiones, y que versa sobre los asuntos de la polys —la ciudad, el estado—: la noble política.

Aquellas declaraciones que lo bajaron de un potro que ni siquiera había madurado en una abstrusa carrera por la gubernatura, reflexionó Palazuelos —falta ver quién le cree— son cosas del pasado. Afirmó que ya le había dado “vuelta a la página”, que todo estaba aclarado, pero nosotros podemos dar testimonio de que ni la gente ni las autoridades electorales tienen una memoria tan flaca como para olvidar los pecados pretéritos.

De cualquier manera, sí queda claro que ahora nos convocó otro Palazuelos, en efecto menos pueril, sin mesarse la melena frente a las cámaras, haciendo ojitos a las chicas presentes y ostentando una inteligencia natural mucho más encaminada a los temas de Estado, que son los que los ciudadanos informados y desde su perspectiva existencial y también los no conocedores esperamos que se atiendan.

De aquellos años, hace casi una década, en que platicamos con él antes y después de sus bisoñas participaciones en el legendario programa estatal de la colega Lilia Arellano —que hacía con periodistas del patio, pero en sustitución nuestra hoy es un desfile de estrellas de la radio de la Ciudad de México—, cuando Roberto era un post-púber menso y hueco, ya no queda nada; como él mismo dijo, ahora es un político maduro y, demoscopías aparte, muy competitivo, asunto ante el cual la Cuarta Transformación increíblemente no toma cartas, confiada en la sempiterna peje-inercia.

Un susto, por lo menos, se puede llevar el poder actual, ante este personaje que sin duda ya es más abogado y político que galán de telecomedias.

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