Adiós al filósofo de mi tierra

Ramón Durón Ruiz, quien en vida diera voz al personaje ficticio del filósofo de Güémez, fue uno de los alcaldes más queridos en Ciudad Victoria.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La semana pasada falleció Ramón Durón Ruiz, quien en vida diera voz al personaje ficticio del filósofo de Güémez. Desde que era niña escuchaba hablar de él, siempre creí que se trataba de una figura real; pero en realidad es un personaje ficticio, un viejo campesino “que busca respuestas comprensivas a las preguntas eternas”, según lo definía él mismo.

Sus famosos dichos obvios y lógicos, cargados de humor, serán siempre una de las grandes expresiones de la cultura popular en Tamaulipas. Quienes lo conocieron lo definen como un virtuoso caballero de la política, servidor público extraordinario, defensor de los pobres y un priista que jamás se corrompió.

Fue uno de los alcaldes más queridos en Ciudad Victoria, tanto, que en su sepelio no alcanzaron las flores de la capital para despedirlo, las florerías reportaron agotado el inventario. 

A su memoria, comparto una de sus tantas reflexiones, sencilla pero profunda. 

Viajar con mi mochila llena del buen sentido del humor, hace que este Filósofo tenga una visión sencilla, plena de amor, más clara y rica de la vida.

Viajar con una sonrisa en los labios es vivir a plenitud; es mejorar tu estado anímico; te auxilia para redefinir tus sueños, para no postergarlos; es ir en pos de ellos –que al fin y al cabo estamos hechos de sueños y realidades–; es reconfigurar tus metas; es fortalecer tu sentido del logro; es saber que imposible sólo existe en el diccionario. 

Viajar es despegar tu vista del solar nativo y encontrarte con un mundo nuevo, en el que eres el protagonista de tu historia. La magia de viajar de la mano del sentido del humor impacta positivamente en tu trinidad –mente-cuerpo-alma– al eliminar toxinas, genera químicos que fortalecen el sistema inmunológico y ayudan a vaciar el alma de viejas y nuevas heridas, trayendo sanidad, equilibrio y paz interior. 

El buen sentido del humor tiene esa magia que te enseña a agradecer los milagros, a aquilatar a las personas, a valorar la vida, produce un saludable cansancio que al relajar el cuerpo elimina el estrés, hace que la pesada carga de problemas sea más ligera, te ayuda a bien aprender el oficio de vivir. 

El buen sentido del humor te invita a viajar ligero de equipaje, es un remedio infalible contra el desánimo, ataca frontalmente el estrés y la depresión, mejora la circulación, pone a funcionar músculos que sólo se ejercitan con la risa y ayuda al corazón.
Una cosa nos queda clara: en el viaje tienes dos opciones existenciales: ir de malas o de buenas, viajar de mal humor refleja miedo, inseguridad, impotencia, dolor, tristeza, amargura, es una manera simple de autodestruirte, de omitir gozar y disfrutar el paisaje.

Viajar de buenas, abre tus expectativas al cambio, enriquece tu código de valores, restaura heridas, te sientes reconciliado contigo mismo y con la vida, eleva tu autoestima, si te pierdes… ¡no pierdes la lección!

Hasta siempre Filósofo de Güémez, que tengas un feliz viaje.

Lo más leído

skeleton





skeleton