“Alito” inmoló al PRI

En una época pandemia, de olas de calor y demás fenómenos que hasta hace poco eran inimaginables...

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En una época pandemia, de olas de calor y demás fenómenos que hasta hace poco eran inimaginables, también podemos -¿por qué no?- destacar un hecho relevante, trascendente y hasta sorprendente en materia política, como es que el PRI, el otrora partido casi omnipotente y omnipresente en México, no registre una candidatura a la Presidencia de la República emanada de sus cuadros. 

¿Será su sepultura?

Hasta hace unos años, tan siquiera pensar en el hecho de que el presidente de México no fuera del Revolucionario Institucional resultaba casi imposible de creer, de asimilar, hasta que llegó el año 2000 en el que Vicente Fox, del PAN, destronó a los tricolores.

Cómo olvidar el día en el que la autoridad electoral reveló que el ganador de la elección no había sido Francisco Labastida, del PRI, sino el panista guanajuatense… Pareció ¡increíble!

Histórico día, como también resulta histórico que para las elecciones de 2024, este partido ni siquiera será capaz de presentar a uno de sus cuadros en la boleta electoral para la presidencia del país. 

Caras largas, incrédulas fueron las que acompañaron al dirigente nacional priista, Alejandro Moreno “Alito” al anunciar que su candidata para 2024 será Xóchitl Gálvez –política panista que hoy se dice apartidista-. Ese fue un momento histórico para México, un momento en el que los priistas aceptaron su realidad, y reconocieron que el PRI languidece, flaquea, se derrumba, pues.

El tricolor, el partido que formó la historia de México durante casi un siglo, que creó instituciones, que se veía insuperable, ahora luce como un instituto “moralmente derrotado”, término acuñado por Andrés Manuel López Obrador y adoptado por los priistas que sin menoscabo se pusieron el saco y les quedó como anillo al dedo.

Esta vez no será el PRI el que echará a andar la aplanadora, aquella maquinaria que aceitaba para aplastar a sus oponentes en cada proceso electoral. No, esta vez la locomotora se pintará de guinda encabezada por un presidente que lucirá como jefe de campaña, que no tiene empacho, que se ve fortalecido por miles de millones de pesos regalados a millones de personas a través de falsas políticas sociales, que no son más que clientelares, electoreras.

Y es que aún no empiezan las campañas, y el actual régimen ya dejó ver una “probadita” de lo que será capaz de hacer en pleno proceso: Utilizará todos los recursos públicos que hagan falta (gente, equipo, mobiliario, dinero, más dinero…mucho más dinero) para asegurar el triunfo y garantizar “la continuidad de la Cuarta Transformación”, que para muchos no es más que “le cuiden las espaldas a López Obrador” una vez que deje el cargo.

Así será, y la oposición, el envilecido PRI tendrá que callar, hacer mutis y tragarse lo mismo que él dio durante décadas, en un proceso interno en el que muy probablemente morirá de inanición, porque Morena no dejará títere con cabeza e irá lo mismo por la Presidencia de México que por el Congreso, los estados, los municipios y hasta las jefaturas de manzana, si se las ponen en frente.

El Revolucionario Institucional se encuentra en terapia intensiva, en etapa terminal. Sus cuadros ya brincaron a otro barco y aquellos leales hoy lucen achicados, apocados, y con ello se da entrada a lo que será una interminable guerra de dos bandos: La izquierda (ni tan de izquierda) contra la derecha (ni tan de derecha).

Muy bien Alito… ¡lo lograste!

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