Anarquía total en Cancún
Una semana más del conflicto entre taxistas y Uber que comprueba que las autoridades competentes...
Una semana más del conflicto entre taxistas y Uber que comprueba que las autoridades competentes están esperando que haya consecuencias letales para actuar, o quizá ni así le entren al toro por los cuernos, porque hay intereses oscuros detrás de todo esto.
No fueron suficientes las detenciones ilegales que realizaron los taxistas del Sindicato Andrés Quintana Roo a conductores de Uber, con todo y pasaje, para que el Instituto de Movilidad de Quintana Roo pusiera orden.
Y las consecuencias de su inacción fueron catastróficas, pues a los chafiretes se les hizo fácil bloquear la zona hotelera de Cancún, con toda impunidad, porque saben que son intocables.
Imágenes que le dieron la vuelta al mundo donde se vio a los turistas que eran trasladados en patrullas hacia sus destinos, otros que caminaron varios kilómetros con sus maletas, o incluso, algunos con sillas de ruedas.
En la columna anterior anticipamos que sucedería: el gobierno de Estados Unidos emitió la alerta de viaje para que sus ciudadanos tengan cuidado a la hora de viajar a Cancún, Quintana Roo, derivado del conflicto violento que se vive en el transporte del destino del Caribe mexicano por excelencia.
Pero también, en la semana que concluye, salieron a relucir muchos de los porqués del conflicto, pues se evidenció que la recién nombrada directora de Gobierno, de la Secretaría de Gobierno de Quintana Roo, Erika Guadalupe Castillo Acosta, pudiera estar impidiendo que, desde el Ejecutivo estatal, se le dé una solución al conflicto.
Los dichos tienen fundamentos muy sólidos, ya que ella, cuando fue diputada presidenta de la Comisión de Movilidad en el Congreso del Estado, operó iniciativas en contra de las plataformas digitales como Uber en Quintana Roo, y fue así, porque la nueva funcionaria de la 4T, es hija del ex dirigente del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo” en Cancún, Eric Castillo Alonso, quien por cierto fue exhibido amenazando de muerte a los choferes de Uber.
Las autoridades hacen oídos sordos a todo lo anterior, y pasan por alto la vital relevancia que representa el transporte, ya sea público o privado, en una ciudad turística de clase mundial que atrae a millones de visitantes de todas partes del mundo.
Hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha reconocido y ellos no, porque recientemente dijo “me gustó mucho que se llegó a 30 millones de viajeros en el aeropuerto de Cancún, récord, imagínense, estamos buscando que al menos el 10% utilice el Tren Maya para que se internen”.
Aunque, en otra mañanera, AMLO minimizó el conflicto entre taxistas y Uber, del que dijo que se “exagera un poquito”, lo que sin duda habrá despertado la molestia de muchos cancunenses.
Tal y como lo demostraron con la convocatoria de “Un día sin taxi” en Cancún, más claro ni el agua.
Pero al final del día, y de la semana, parece que no pasó nada, y el conflicto se mantiene encendido esperando cualquier provocación para avivarse, y ninguna autoridad hace nada, olvidándose que la gallina de los huevos de oro del turismo está convaleciente.
¿El conflicto Uber-taxistas llegó para quedarse?