Chetumal, la capital de Quintana Roo, ¡no se toca!

Durante los últimos días ha corrido un rumor sin sustento sobre "cambiar la capital a Cancún", el columnista Marcelo Salinas da su opinión al respecto.

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En Chetumal inicia México. También Quintana Roo. La capital ha definido, en la cronología de su importante historia, la identidad y el rumbo del estado. Es pasado, presente y futuro.

Con miras al 8 de octubre, reivindicar a la ciudad y al municipio Othón P. Blanco por obvias razones, es ineludible por contextos sociales y políticos. Habrá nuevas autoridades municipales para entonces y empezará a determinarse también la batalla de 2022, cuando se disputarán la gubernatura y el Congreso local.

Suelen ser tiempos para un debate sobre pesos demográficos, en un marco electoral. Nada más que eso.

Durante los últimos días ha corrido un rumor sin sustento sobre "cambiar la capital a Cancún". Falso y descabellado. La capital es inamovible por todo lo que significa en esos términos precisamente: demográficos, sociales, culturales, políticos y electorales.

No sólo se trata de que residan allí los poderes, sino que, desde que era Payo Obispo, las distintas generaciones quintanarroenses (y de otros estados) han respetado a Chetumal, además, por su invaluable condición fronteriza, que lo vale en asuntos internacionales.

Se hace patria. Para su orgullosa población sería impensable ver, desde su espléndida bahía, una intentona por trasladar la capital.

Con frecuencia se dice que Cozumel es "la otra capital" debido a una clase política con peso específico. La cantidad de gobernantes, por ejemplo, le ha permitido instalar esa idea en el imaginario colectivo.

De Cancún, muchos han dicho que es la "capital económica". Son expresiones sin la intención de quitar méritos o desconocer a la ciudad capital. Éstos son polos de identidad y progreso, por supuesto; sin embargo, con propósitos de consolidarse como referentes en ámbitos acotados. No más allá.

Chetumal tiene un potencial tremendo para despuntar. Sus atractivos naturales, por otro lado, lo convierten en un destino atractivo. Si no ha tenido autoridades competentes o ha padecido la indiferencia del poder central, es otro tema. Aquello no implica perder sus cualidades históricas para siquiera pensar en arrebatarle lo más importante.

Solo su gente sabe cuánto se ha sufrido por apatía de gobernantes, crisis financieras y fenómenos naturales. Pero igualmente sabe cuánto vale su ciudad y pesa su historia.

Ante tal escenario, es impostergable que las autoridades, actuales y próximas, cumplan a sus habitantes para mitigar los rezagos, y que se recupere, más temprano que tarde, el esplendor del que gozó en otra época.

El rescate del sur, y particularmente de Chetumal, pasa por respetarle sin condiciones ni titubeos. 

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