Cierre de sexenio... Crónica de una crisis anunciada

La economía mexicana confirmó su trayectoria de desaceleración al avanzar 1.0% anual en el segundo trimestre del año...

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La economía mexicana confirmó su trayectoria de desaceleración al avanzar 1.0% anual en el segundo trimestre del año, por debajo del 1.1% estimado previamente, de acuerdo con el dato revisado por el INEGI. Esta cifra fue la más baja desde el primer trimestre del 2021, y los analistas anticipan un bajo dinamismo en la segunda mitad del año. 

En la variación trimestral, el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó apenas 0.2%, en línea con la estimación previa. El enfriamiento de la actividad ha sido una constante desde hace varios meses, ya que hasta el segundo trimestre del año ligó siete periodos con lecturas a la baja, según cifras ajustadas por estacionalidad.

Por sector, el INEGI hizo una ola de revisiones a los tres grandes sectores. El sector terciario tuvo un crecimiento de 1.5 % anual en el segundo trimestre, por debajo del 1.7% estimado. El sector secundario mostró un avance de 0.4%, por debajo del 0.5% previsto. El PIB del sector primario tuvo una caída de 2.5% anual, más profunda que la contracción de 2.2% proyectada anteriormente.

Analistas de Citibanamex indicaron que los efectos sobre la actividad del mayor gasto público, y de la inercia del consumo privado, no fueron suficientes para contrarrestar el estancamiento de las exportaciones y la desaceleración de la inversión privada. “Anticipamos que el crecimiento de la actividad permanezca moderado en la segunda mitad de 2024, ante la expectativa de una desaceleración de la economía estadounidense, una menor generación de empleos, los elevados niveles de tasas de interés real y una menor confianza empresarial”.

Y esa menor confianza empresarial tanto de empresarios nacionales como extranjeros es la que presagia un obscuro futuro para México. Conociendo a López Obrador, el Poncio Pilatos de la vida pública mexicana que siempre se lava las manos y dispersa culpas en los otros, sellará el fin de su responsabilidad en 39 días y lo que suceda después será atribuible únicamente a Claudia Sheinbaum. Ya sabemos. Si salen las cosas bien, será por lo sólido que le dejó el país, pero si salen las cosas mal, la culpa será de la presidenta.

Lo que no resuelven sus sumas y restas básicas es que la responsabilidad de él no termina cuando deje el poder, porque sus obligaciones son transexenales, no para seguir gobernando, sino en la construcción de las mejores condiciones en las que pueda entregar el país para impulsar su despegue, no contribuir a su naufragio.

Lamentablemente para Sheinbaum y para todos los mexicanos, López Obrador es un irresponsable, y lo que se alcanza a ver para el arranque de la siguiente administración es ominoso, porque el país que le está heredando López Obrador está tapado por nubarrones.

Este final del sexenio está resultando rojo en todos los sentidos, y si se consuman las 18 reformas constitucionales que anunció en febrero con las muy probables mayorías calificadas que tendrá en la próxima legislatura, el país que dejará sufrirá un retroceso político –lo que no parece preocuparle a Sheinbaum–, compartirá con el crimen organizado el control del país –lo que le debería preocupar ampliamente, pero no tiene herramientas para impedirlo– y tendrá un rezago económico importante –lo que sí tendría que alarmarla–.

El país que le está dejando López Obrador a Sheinbaum está fracturado política y socialmente, y con una economía que perdió fuelle y se está desacelerando. Los últimos datos económicos lo reflejan. El crecimiento anualizado es de 1.1%, y si se mantiene –aunque es más probable que baje– sería el peor indicador del PIB en casi 100 años, superado sólo por el del presidente Miguel de la Madrid, que tuvo una tasa de 0.18% de crecimiento por las crisis financiera y petrolera global que enfrentó, y la destrucción que causó el terremoto de 1985 en la Ciudad de México. 

El sector manufacturero, que representa 20% del PIB, cayó 2.7%, ligando siete meses a la baja, mientras que la industria automotriz, el eje y la fortaleza de las exportaciones mexicanas, tuvo un descenso. El consumo se ralentizó, mostrando que el dinero está caro, la inflación alta y los ingresos no están alcanzando pese a los aumentos salariales, y cayó 2.8% en junio, en la caída más pronunciada desde la pandemia de covid-19 en 2020.

Hay diversos factores que han incidido en esta desaceleración, algunos de ellos asociados con decisiones y acciones de López Obrador, porque no atendió la seguridad, lo que generó temor en inversiones al tiempo de provocar inflación porque el crimen organizado se metió a controlar actividades productivas, y porque se obstinó en terminar sus megaproyectos para lo cual, por primera vez en el sexenio, corrió un déficit fiscal de 5.9%, superior al de cualquiera de los gobiernos neoliberales a los que culpa de todos los males mexicanos. La mecha sobre la bomba es la reforma al Poder Judicial, que es vengativa, definida por lo selectiva que es al no incluir la justicia militar ni las fiscalías, y que ha generado reacciones negativas en México y el mundo por la incertidumbre jurídica que trae pegada.

Una nota especial del Departamento de Estudios Económicos de Citibanamex hace notar que el mercado no ha calculado en toda su dimensión lo que significa la reforma judicial, que sería resultado de que López Obrador tuviera la mayoría calificada en el Congreso. “También parece haber desdeñado el impacto político negativo de esta y otras reformas, así como subestimado su riesgo económico”, agregó. “En general, los mercados no otorgan mucha importancia al régimen político de un país, es decir, a la robustez de su democracia o rasgos de autoritarismo. Privilegian la estabilidad política y las políticas económicas para el corto y mediano plazo”.

Pero, acota la nota, evidentemente el debilitamiento de la democracia o su desaparición conllevan inestabilidad política e incertidumbre sobre la política pública y el marco jurídico. El análisis entiende que la moderación de las reacciones del mercado responde a que los inversionistas piensan que, pese a todo, no implicará políticas económicas antimercado ni debilitarán el marco económico. Este diagnóstico, sin embargo, sería caer en el error que cometieron muchos cuando López Obrador llegó al poder y pensaron que se moderaría, si creen que Sheinbaum es diferente a él y que no comparte su visión y su proyecto. Basta con escucharla.

Pero aun si cumple por razones de pragmatismo lo que ofreció en las múltiples pláticas que tuvo como candidata y presidenta electa de respetar la ley y abrirse al capital privado en inversiones, López Obrador la dejará atada de manos, sin contrapesos y sin espacios de maniobra, porque será él, no ella, quien controle el Congreso a control remoto para impedir que se aparte de la línea que fijó, borrando en el camino al Estado de derecho. En esto no hay interpretación. Es la hoja de ruta que tenemos ante nuestros ojos en este terrible fin de sexenio.

SE ACELERA CAÍDA DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO: MOODY’S ANALYTICS

La economía mexicana padece una fase de contracción acelerada, “similar a un descenso de un tren en una montaña rusa”, y esta caída que se hará más pronunciada en lo que resta del año, por lo que el PIB únicamente crecerá 1.5% en 2024 y 1% en 2025, estimó Alfredo Coutiño.

El director para América Latina de Moody´s Analytics argumenta que la economía mexicana ha encontrado la fase contractiva del ciclo político cuando la actividad se ve afectada por la terminación del gasto político-electoral después de las elecciones. “La economía disfrutó de una fase expansiva en la primera mitad del año, pero ya está inmersa en la fase de descenso de la montaña rusa en la segunda mitad”, recalcó.

Indicadores económicos clave ya reflejan algunos efectos depresivos del ciclo político electoral expone que mientras la economía avanzó 0.2% en el segundo trimestre con cifras ajustadas ligeramente más que el 0.1% del primer trimestre punto seguido en términos anuales, el PIB creció solo 1% después de un avance de 1.8% en el trimestre previo y 3.5% en el mismo trimestre del año anterior.

Existe evidencia de que la economía mexicana ya está en un declive: como lo muestran algunos indicadores clave, la pérdida del impulso económico se hizo notable en junio en comparación con mayo, cuando el gasto en campañas se aceleró en el mes previo a las elecciones.

El indicador de la actividad económica mostró estancamiento mensual en junio, después de crecer 0.7% en mayo; la producción industrial se desaceleró a 0.4% desde un 0.7% del mes anterior y las ventas al menudeo se desplomaron en junio al contraerse en 0.5% después de crecer un 0.4% en mayo.

Por otra parte, el mercado laboral perdió 29 mil 600 empleos en junio en donde destaca la cancelación de 34 mil 700 empleos temporales, sin embargo, la eliminación de empleos temporales se compensó levemente con la creación de 5 mil 100 puestos permanentes.

El economista detalló que en el primer semestre, la economía mexicana se benefició tanto del gasto público para financiar el proceso electoral, como de las contribuciones privadas a las campañas políticas y de la inversión pública para completar los proyectos de infraestructura del gobierno, impulsando así las actividades relacionadas con el proceso político-electoral, especialmente la construcción.

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