Cristina de Pizán

“Queridas amigas, no malgastes vuestra nueva dote como esos nuevos ricos que se hinchan de vanidad...

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“Queridas amigas, no malgastes vuestra nueva dote como esos nuevos ricos que se hinchan de vanidad viendo cómo crece su dinero. Cuanta mayor envergadura tenga una persona, menos vanidad tiene”, Cristina de Pizán

Con los festejos, marchas que se organizan a nivel mundial por el día de la mujer, nos damos cuenta que las mujeres cada vez estamos más en el mundo laboral y se pide que cada vez haya más oportunidades y reconocimiento a todo el trabajo que hacemos las mujeres.

Viene a mi memoria el libro de la veneciana Cristina de Pizán, que ella puede ser considerada la primera autora profesional de la literatura francesa, además de ser el primer libro culto feminista. Hija del astrólogo de Carlos V de Francia, casada con tres hijos y muy pronto viuda, supo aprovechar la educación exquisita de su padre para denunciar la misoginia, tan corriente de su época. Su talento, la gran erudición que tenía, su capacidad de trabajo y su escritura la hicieron famosa en toda Europa; conservando treinta y siete de sus obras hoy en día.

Cristina de Pizán fue una mujer moderna. Habla con voz propia en un mundo en el que se discute la naturaleza de las mujeres, rebatiendo con argumentos, en su nombre y en el de todas las mujeres. Su principal libro “La Ciudad de las Damas”, escrito en 1405, es considerada una clara anticipación del feminismo moderno, obra que cultiva la poesía, la historia y temas moralizantes.

Cristina estando sumida en su tristeza al ver que los hombres se expresaban mal de las mujeres, estaba en contra de los hombres que dicen que las mujeres no deben estudiar e impedían que lo hicieran sus hijas, esposas, hermanas, porque alegaban que traería corrupción de costumbres.

Se daba cuenta que los hombres no fundamentaban en la razón sus argumentos, sino eran puras habladurías. Para Cristina era muy claro que andaban muy equivocados los hombres. Ella tuvo la suerte; decía que, al enseñar la virtud, las buenas costumbres no pueden corromper las buenas costumbres de ninguna persona, ya sea hombre o mujer.

Ella estaba segura que las mujeres no eran como las pintaban los hombres; en su libro, es consolada por tres damas: Razón, Derechura y Justicia; y es así como va saliendo de su pluma la construcción de los diferentes recintos de la Ciudad de las Damas: mujeres de historia, reinas y plebeyas, de mitología y de leyenda, en ella resalta un aspecto de su personalidad, narrando hechos admirables; nos muestra el ingenio, el arte, la virtud, la entrega, la fidelidad, la valentía en la guerra y en la vida cotidiana; viendo a todas las mujeres por igual, no por la condición de su nacimiento o posición social.

Entre estas historias tenemos a mujeres como Dido, reina de Cartago, que vivió la virtud de la fidelidad con su esposo. De la historia de Claudia la romana, que sabía que la habían difamado públicamente a causa de su elegancia y belleza, para finalmente ser reivindicada públicamente. Nos muestra a mujeres virtuosas, que son amadas por sus cualidades y no por su belleza, como es el caso de Blanca de Castilla, madre de San Luis Rey. Escribe temas vanguardistas, como el bien común, la generosidad de las mujeres, su buen juicio.

Curiosamente los cimientos profundos de la ciudad son llenados por los prejuicios de los hombres que tienen hacia las mujeres, demostrando la debilidad de sus argumentos que tenían en contra de las mujeres.

Esta gran escritora reivindica para las mujeres el primer derecho del cual derivan todos los demás, es decir, el del reconocimiento de la condición de persona, con toda la dignidad que ello implica, y con todas las cualidades que se atribuyen en exclusiva a los varones: inteligencia, fuerza, valor, creatividad; con todos los valores morales que pueden manifestar todos los humanos: tenacidad, entrega, fidelidad, prudencia. Reivindica también como valores humanos igualmente dignos de consideración todo aquello que se reconoce como propio de las mujeres y que, en consecuencia, se denigra: la ternura, el cuidado de las personas, la ocupación en tareas menores - las tareas domésticas.

Cristina se dirige a todas las mujeres de todas las condiciones, de todas las épocas: “Excelentes y honorables damas de Francia y de todos los países, vosotras, damas, doncellas, mujeres de todas las condiciones que amaste o amas y seguirán amando el bien y la sabiduría, las que han muerto, las que viven todavía, las que vendrán el futuro, alégrense todas, disfruten de esta nueva Ciudad, que ya está casi toda levantada, construidos sus armoniosos edificios  y reunidas las mujeres en que ella vivirán.”

La autora con esta construcción acepta la autoridad de otras mujeres, que en pleno siglo XXI, sigue teniendo vigencia como motor del movimiento de la mujer. La Ciudad de las Damas, habitada por mujeres de todas las épocas, de mérito y condición social, construida por Cristina de Pizán, con la ayuda de Razón, Derechura y Justicia, es un espacio para proteger a las mujeres, abriendo un espacio a la ciudadanía.

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