Cuaresma

“Nunca se logra nada grande sin mucha perseverancia”, Santa Catalina de Siena

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Con el inicio de la Cuaresma, que es un tiempo de gracia y bendición que el Padre Celestial nos brinda para acercarnos más a su amor. Sin embargo, el mundo secular desplaza a Dios de nuestras vidas, terminando como si fuera un estorbo en la vida cotidiana, en la vida familiar y social.

Esta atracción del mundo secular, que todas las religiones han tenido, son falsas promesas, que, al presentarse las tentaciones del mundo, vamos a estar mejor, nuestra vida será más exitosa y popular; buscando desesperadamente amoldarse al mundo.

Todos estamos expuestos a esta tentación, adaptarse al mundo, para vivir en lo políticamente correcto. Son analógicamente muy similares a las tentaciones que Jesús vivió en el desierto; mismas que rechazó, reafirmando su voluntad inquebrantable, de realizar en todo momento la Voluntad del Padre, y sin ningún tipo de compromiso con el pecado y la lógica del mundo. Falsas promesas para tener una vida más exitosa, una vida mucho mejor, más amoldada al mundo; son las promesas que se reciben del mundo.

Por lo contrario, con la vida lejos de Dios, de su doctrina, del Camino que Él nos trazó, tendremos una vida más superficial. Y es aquí donde nos cuestionamos ¿Qué tengo yo que arrepentirme? ¿Por qué es necesario poner mi vida en paz con Dios, si está fuera de la vida diaria?

La Cuaresma son cuarenta días, es un camino largo que recorrer para llegar a la Pasión, Muerte y finalmente a la fiesta de la Resurrección de Jesucristo, y es aquí cuando la Iglesia nos recuerda la necesidad de purificar nuestra alma, quitar de nuestro corazón todas aquellas cosas que nos alejen de Dios. Es un período que nos lleva a la meditación para averiguar en qué podemos mejorar, para alejarnos de la tentación del mundo, que podemos realizar para forjar nuestra voluntad, para vivir mejor nuestro señorío de seres humanos.

La Iglesia nos invita a vivir el ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Que es tener un alimento fuerte al día y los otros dos muy ligeros, o no tenerlos. Y todos los viernes de Cuaresma y Miércoles de Ceniza vivir la abstinencia que es no comer carne magra.

Para muchos está pasado de moda el ayuno, que es la renuncia voluntaria a ciertos alimentos por un tiempo definido con el fin de liberarse de los apegos carnales y poner el corazón en Dios; así como la vigilia. El ayuno tiene efectos espirituales muy grandes; el principal es que llena a la persona de gusto por las cosas de Dios. Con una medida simple, el espíritu se va fortaleciendo.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida, a realizar un alto en el camino, limpiar nuestra alma, a alejarnos de las tentaciones. Convertir nuestro corazón desde lo más profundo, para reconciliarnos con Dios y con los demás fortaleciendo nuestra armadura espiritual.

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