Deja gabinete buena impresión
Esperemos que no suceda lo que pasó con el equipo inicial de Andrés Manuel López Obrador...
Esperemos que no suceda lo que pasó con el equipo inicial de Andrés Manuel López Obrador, que se desmembró empezando por el más importante de sus ministros, el hidrocálido Carlos Urzúa Macías, no hace mucho fallecido, matemático y doctor en Economía por la Universidad de Wisconsin, que tiró el arpa sin omitir criticar a su efímero empleador por su cortedad de visión, autoritarismo e ignorancia —por evitar rudezas peores—, pues el todavía presidente, al igual que su sucesora, tuvo un equipo excelente como principales secretarios de estado, aunque, por cierto, el sustituto en la cartera de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, doctorado en Cambridge. no significó para nada alguna clase de desmerecimiento.
El gabinete de Claudia Sheinbaum Pardo luce de primera categoría, con muchas herencias lopezobradoristas —muy probablemente de las mejores, pues de por sí ha sido un muy buen gabinete—, pero por su origen académico, que por cierto no ha hecho valer en temas conflictivos como la fracturada relación con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, acaso mantenga o incluso eleve el nivel de los titulares de las dependencias del Estado.
Martí Batres Guadarrama, actual jefe de Gobierno de la Ciudad de México, militante de izquierdas de un tipo bastante rijoso, pero que ha sorprendido con novedosas dotes políticas antes desconocidas, será un apéndice muy funcional de la próxima secretaria de Gobernación, Roza Icela Rodríguez Velázquez, verdadera experta en política doméstica, pero de no precisamente muy diplomáticas maneras.
Cabe repasar los cargos ya anunciados, recordando que la presidenta electa anunció que a partir del día 15 de los corrientes iría dando a conocer más nombramientos. Por lo pronto, resalta su ex rival para la postulación presidencial de la Cuarta Transformación, considerado un notable valor de la izquierda mexicana, el internacionalista Marcelo Ebrard Casaubón, que encabezará la no precisamente muy relevante Secretaría de Economía.
De manera expresa, la inminente presidenta nombró a Juan Ramón de la Fuente Ramírez, para la Secretaría de Relaciones Exteriores; a Alicia Bárcena Ibarra, en la de Medio Ambiente; a Mario Delgado Carrillo, en Educación; y a la colega Rosa Icela Rodríguez Velázquez, en Gobernación, por mencionar algunas de las carteras en las que Sheinbaum logró conjugar su estrategia política con las notables capacidades profesionales de los nominados.
Juan Ramón de la Fuente fue rector de la UNAM, Alicia Bárcena estudió biología en la máxima casa de estudios del país y goza de cumplido reconocimiento en el país y el mundo, Mario Delgado es economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (el prestigioso ITAM) y maestro por la Universidad de Essex, Rosa Icela Rodríguez, oriunda de la huasteca potosina, es una periodista notable, emblemática de La Jornada de los mejores tiempos.
De los merecimientos propios de Sheinbaum nadie duda. Su palmarés —mil disculpas: las recién concluidas olimpiadas de París nos dejaron muy emocionados con el deporte— es bastante amplio y meritorio. Fue una muy buena gobernadora de la Ciudad de México —desde Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, pasando por López Obrador, todos lo han sido— y creemos bien fundadas las expectativas positivas para su conducción de los destinos de México.
De su equipo ya hablamos algo: tan solo esperamos que desde Palenque no se pretenda dictar instrucciones a la próxima mandataria federal, pues aunque políticamente suscribe prácticamente todas las posturas del saliente López es sin duda una persona muy capaz de gobernar con sus propios bártulos, sin necesidad de que la lleven de la mano. Sería, amén de insano, muy esclerótico tener al todavía presidente dictándole la nota al oído a la nueva jefa del Poder Ejecutivo.
No creemos que eso se vaya a dar: el servilismo de los entes gubernamentales hacia el presidente López es proverbial, pues fue muy exitoso e inspirador, al grado de que la mayor parte de la población mexicana hace caso omiso de sus yerros y, de manera por demás comprensible, mira solo a sus aciertos, por lo que suponemos que prevalecerá, pero —esperamos no estar errados— la sucesora en el palacio de gobierno no parece precisamente necesitada de ayudas.
Tendremos seis largos años para constatar o falsear lo susodicho, según sea el caso.