¿Descarrilar el Tren Maya?
El debate por el Tren Maya está a todo lo que da en los medios de comunicación y, sobre todo...
El debate por el Tren Maya está a todo lo que da en los medios de comunicación y, sobre todo, en las redes sociales, en donde el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador se ha prestado para atizarle el fuego a cada manifestación de rechazo de su emblemático proyecto.
Lo último fue la serie de videos en los que algunos actores y artistas demostraron su rechazo al Tren Maya, por considerarlo nocivo para la selva y ecosistemas que hay en los lugares donde pasarán las vías del tren, pero el señalamiento fue directo al referirse a la selva quintanarroense.
López Obrador de inmediato censuró esos videos, y aseguró que sus detractores les pagaron a los actores para despotricar en contra del proyecto en marcha.
Después, la Semarnat le entró a la guerra de dimes y diretes, al lanzar un comunicado en contra de la campaña de los artistas, y al afirmar que el proyecto del Tren Maya armoniza el desarrollo económico y social con la conservación de los recursos naturales.
Además, asegura que “las personas de la región quieren y ven en el Tren Maya un camino de esperanza para su bienestar y felicidad en sus propias comunidades”.
Pero este posicionamiento vino acompañado de un reproche hacia los artistas “rebeldes”, pues la Semarnat les reclamó que “en 30 años se han registrado situaciones graves que han dañado la riqueza natural del sureste, sin que hubieran levantado la voz quienes ahora se ostentan como defensores del medio ambiente y se oponen al proyecto del Tren Maya”.
Esta guerra apenas comienza, y se espera más posturas a favor y en contra, pero aquí lo reprobable es que el presidente y sus dependencias se presten a este “show” mediático, en lugar de actuar de forma institucional y propiciando el diálogo, la transparencia y, principalmente, la información hacia la población, respecto a todo lo relacionado con el Tren Maya.
Urge establecer una verdadera mesa de análisis y discusión en las que participen ambientalistas, sociedad y gobierno, para encontrar un punto medio y el tren se lleve a cabo, no como una obra emblemática de López Obrador, sino como lo que será: un medio de transporte necesario y moderno para el sureste mexicano.
En Quintana Roo hace mucha falta este tipo de transportes para movilizar a los miles de turistas que lo visitan diariamente y que vienen atraídos por sus bellezas naturales, por eso es urgente encontrar el equilibrio entre el desarrollo y medio ambiente.
A la entidad quintanarroense ya le hacía mucha falta que el gobierno federal le invirtiera en infraestructura, pero que ésta se realice correctamente, y los que no están trabajando bien que sean despedidos, tal y como ocurrió con Rafael Marín en el proyecto del Istmo, y a quien López Obrador le pidió su renuncia por no dar resultados.
Quintana Roo quedó por muchos años en el abandono, y por muchos años fungió como zona de castigo para funcionarios que se portaban mal desde el porfiriato, pero ahora, ese “patito feo” que era el territorio quintanarroense, se convirtió en un cisne o, mejor dicho, en la “gallina de los huevos de oro”, donde todos, hasta los políticos que no lo querían por estar muy lejos, roban y matan por un pedazo de tierra en esta parte del país, si no me creen, pregúntele a Roberto Palazuelos.
¿Acabará la guerra mediática después de las elecciones?