La necesidad de trabajar ha creado diversos tipos de trabajos, sin embargo, la Ley ha previsto trabajos ilícitos que afecten o dañen a terceros, pero ¿qué pasa con los trabajos que dañan a los animales?

Las características que nos identifican como mexicanos abundan, podemos referirnos a un mexicano como trabajador, ya que se las ingenia en su mayoría para salir adelante. De igual manera podemos hacer referencia a un mexicano como una persona devota a las culturas que se originan en los estados donde habitan. Por otro lado, podemos referirnos a un mexicano lamentablemente como alguien que en su mayoría (ya que no son todos los mexicanos) ha perdido la sensibilidad por lo que un animalito puede sentir o pasar.

El hombre con el intento de poder hallar trabajo o desarrollar alguna actividad que lo beneficie económicamente ha abarcado elementos negativos. La pelea de gallos es un deporte, en donde los gallos son colocados en un ring, siendo obligados a pelear a muerte ya sea por diversión o por apuestas.

A su vez es un trabajo, puesto que existen personas que se dedican a entrenar el tiempo de vida de un gallo para que en dicha batalla se enfrente, si sobrevive lo continúan entrenando, sino lamentablemente ahí acaba la vida del animal. Las personas que los crían son llamados “galleros”, matando a las aves de esta especie que crean inferiores y sólo conservando a las que crean fuertes.

Se establece que la protección de un animal es un objetivo que legítimamente puede justificar la limitación de derechos fundamentales.

La crueldad con los animales ahora se hace justa, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha ponderado si prohibir la pelea de gallos vulnera el derecho a la cultura, la propiedad, a la libertad de trabajo y el derecho a la igualdad y no discriminación.

Esto ha sido en el Estado de Veracruz siendo el primero que prohíbe formalmente dicha actividad. Al respecto se pronuncia la primera sala que, si bien la pelea de gallos son expresión de una determinada cultura, ninguna practica que suponga el maltrato y sufrimiento de los animales puede considerarse una expresión cultural amparada por la constitución. Así la corte concluyó que la prohibición de las peleas de gallos es constitucional tratándose una medida idónea y necesaria para garantizar el bienestar del animal.