“Ejemplo es conducta contagiosa” Charles Reade

Cuando llegué a Cancún hace poco más de 41 años, era imposible pensar que alguien pudiera entrar a una casa a robar...

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Cuando llegué a Cancún hace poco más de 41 años, era imposible pensar que alguien pudiera entrar a una casa a robar, uno podía dormir tranquilamente con las puertas abiertas y no había ningún problema.  Manejando en el coche te cedían el paso, no existían los semáforos; cuando empezaron a ocurrir atracos se resolvían, se tomaban cartas en el asunto inmediatamente.

En la medida que la ciudad empezó a crecer muchos fueron llegando de otras ciudades, huyendo de los conflictos, de los asaltos, del tráfico y muchos problemas más, otros buscando nuevas oportunidades.

Aquí todo comenzó a cambiar, así como llegaron personas emprendedoras y muy trabajadoras, honestas; también llegaron oportunistas y la inseguridad inició poco a poco a elevarse.  Lamentablemente hoy en día se ha dejado crecer a pasos agigantados sin resolver el verdadero conflicto.

Escuchamos con preocupación las noticias nacionales, todo gira en torno a robos, secuestros, asesinatos, narcotráfico, violencia, delincuencia organizada, problemas entre políticos.  Y tristemente esa gangrena ha ido permeando en toda la nación, en perjuicio de todos.

Tenemos la esperanza que los gobernantes del país, del estado y del municipio solucionen los conflictos que escuchamos día con día, que cumplan sus promesas de campaña por el bien de todos.

La esperanza está allí latente en cada uno para que este país cambie, para que nuestro polo turístico cambie y podamos salir nuevamente a las calles tranquilamente.  Mirando la realidad del país, de la ciudad en que vivimos, surge la pregunta: ¿Qué puedo hacer para cambiar la situación de mi sociedad?

La problemática en que estamos inmersos es un gran inconveniente para la vivencia de la civilidad, para el crecimiento sano de nuestros hijos, para el desarrollo económico de nuestra ciudad y por ende de la nación.

Antes que nada, urge que el gobierno vele por la seguridad de todos los ciudadanos. Y como padres de familia, esperamos que todo se solucione desde el gobierno, pero existe algo que sí podemos realizar.

Muchos la podrán ver como una gotita en el mar: La urgencia de educar mejor a nuestros hijos, de formarlos mejor en una recta escala de valores que hoy no está en boga, por el contrario, muchos se pueden mofar de ellos: como es la honestidad, el respeto, la generosidad, la comprensión, el esfuerzo, la paciencia, el amor, hablar con la verdad, entre otros.

El gran reto para los padres de familia es llevarlos a la práctica en el día a día: ante las diferencias de formas de pensar entre el padre y la madre, la relación en la rutina, las presiones laborales, carencias económicas, la enfermedad de algún miembro de la familia y la gran variedad de dificultades que se sortean continuamente dentro y fuera de la familia.

La sociedad está urgida de padres de familia comprometidos con la educación de sus hijos, siendo responsables y honestos, de estudiantes esforzados en sus obligaciones, para que en el futuro se desempeñen en cualquier rubro en la actividad económica, política y/o social, de profesionistas honestos que busquen el bien común de la sociedad.

El apremio que tiene la sociedad de seres humanos con gran calidad humana que enriquezcan al mundo. Y precisamente es en el hogar donde se aprende la educación para la vida. La gran oportunidad de educar a seres íntegros, honestos, siendo los padres coherentes.

Recordemos que una gotita de agua es sólo una gotita, pero muchas gotitas hacen un gran océano.

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