En Chetumal, el presidente Andrés Manuel López Obrador recordó ante la población local que visita esas tierras capitalinas cada 15 días, por lo que se autonombró “un avecindado”.

Y es cierto, nunca un presidente de México había visitado Quintana Roo con tanta frecuencia. Vamos, ni siquiera se le acercaría el que más ni a una décima parte de lo que lo ha hecho el político macuspano.

¿Por qué razón? No se sabe. Se dice que es por el tren maya, y por diversas obras que se realizan como el aeropuerto de Tulum o la modernización de la terminal aérea de Chetumal, entre otras.

Pero más allá de si se está o no de acuerdo con su trabajo, con la Cuarta Transformación. Más allá de si comulga con sus políticas y con sus acciones, el hecho de que un presidente de México (póngale usted el nombre que guste) tenga estas deferencias con Quintana Roo, siempre será en beneficio del estado y de su gente.

Está visto que para AMLO Quintana Roo es un estado importante (quizá el más) y por ello lo tiene visto con lupa. Pero no sólo eso, el hecho de que venga a la entidad casi todos los fines de semana, significa que el mandatario tiene más contacto con la gobernadora Mara Lezama que con la mayoría de su gabinete.

Es así que la mandataria estatal tiene la enorme oportunidad de hablar en corto con el presidente de manera continua, de gestionar directamente con el mandamás, y de ahí que logre la consecución de importantes obras para el norte y sur de la entidad.

Esperamos que al final del camino digamos: “Enhorabuena para los quintanarroenses. Ya era hora de que la suerte les sonriera”, luego de continuos reveses de malos gobernantes, uno tras de otro y cada vez peor. Y no que el presidente vino, hizo obras y se cobró a lo chino…

Reiteramos, en esta columna no estamos a favor ni en contra de gobierno alguno, pero sí consideramos que el hecho de que el primer mandatario de la nación tenga especial interés por esta entidad, al grado de ya autonombrarse “avecindado”, siempre tendrá su lado amable, en beneficio del estado y de su gente.

Digamos, pues, que hoy Quintana Roo es como el hijo favorito o consentido de su padre. Y sea éste como sea, siempre el vástago más querido se verá beneficiado.

Esto le ha permitido el gobierno de Mara Lezama ampliar su margen de maniobra (ante la inmensa deuda heredada), destinar los escasos recursos a áreas prioritarias, mientras el gobierno de López Obrador se encarga de las obras de infraestructura gran calado que orientan hacia el desarrollo.

En fin, suena bien la música que hoy se escucha en la entidad. Ojalá se aprovechara bien el momento, recibiendo con los brazos abiertos al nuevo avecindado, para que éste le meta en serio a la lucha contra la delincuencia, apoye a la entidad a disminuir su deuda y genere beneficios directos a la gente con la disminución de las tarifas de luz, agua y en especial de gasolina, como era antes.

Digo, “ya encarrerado el ratón… pues el gato se puede ir a su rancho… ¿qué no?”