El lujo de vivir en Chetumal
Los chetumaleños podemos decir que vivimos en una ciudad de lujo. Y no sólo por su riqueza histórica, cultural y política...
Los chetumaleños podemos decir que vivimos en una ciudad de lujo. Y no sólo por su riqueza histórica, cultural y política, sino porque el Inegi catalogó a Chetumal como la tercera ciudad con el alza de precios más altos de todo México.
En junio del año pasado 2021, Chetumal se logró ubicar como la segunda ciudad más cara para vivir del país, con un incremento general de precios del 0.97%, con respecto al año anterior 2020.
Pero en este reciente mes de octubre del presente año, la capital quintanarroense registró un incremento de 1.99%, superando al 2021 por 1.2 puntos porcentuales, que aterrizados al gasto diario es sumamente significativo.
La honrosa tercera posición de Chetumal, quedó incluso arriba de la ciudad de Cancún que, según el Inegi se ubicó en el lugar número siete de las ciudades más caras, con un 1.54% de variación dentro del Índice Nacional de Precios al Consumidor, es decir, hoy cuesta más vivir en la capital del estado, que vivir en el principal polo turístico de toda américa latina, que es Cancún.
Uno de los factores que fueron determinantes para establecer el índice de variación fue sin duda el aumento, tan de golpe, del costo del consumo de energía eléctrica que se dio en todo el país, al eliminarse el subsidio, provocando con ello el incremento más pronunciado de 17.46%, con respecto al bimestre anterior.
La variación por este concepto ubicó a Chetumal entre los mayores “ajustes” que se registraron en todo el país, con un aumento del 1.71%, sólo superado por Villahermosa y Ciudad Acuña.
A todo esto, a uno como chetumaleño no le queda más que hacerse varios cuestionamientos: ¿Dónde están los beneficios del decreto de zona franca emitido por el gobierno federal? Y la pregunta que quizá nunca conocerá respuesta es ¿Dónde están nuestros diputados federales y senadores?
A esos que sólo vemos en campaña, buscando cómo amarrar el siguiente “hueso” o haciendo múltiples actividades que no le corresponden, haciendo de todo, menos legislando en beneficio de los quintanarroenses.
De la diputada federal morenista Anahí González Hernández no se puede esperar mucho, pues a pesar de que representa al sur del estado no sabe ni cómo se llaman las comunidades.
Ella debería de aprovechar que cuenta con buenos padrinos para hacer algo en beneficio de su distrito, para que sus habitantes puedan decir que hizo algo por ellos.
La diputada federal Laura Fernández Piña del PRD, después de la demanda por desfalco a Puerto Morelos, ella y su esposo, aplican la de “calladitos se ven más bonitos”, y quizá sea lo mejor, porque así no le dan la cara a quienes les garantizaron que ganarían la gubernatura y dejaron embaucados a muchos.
De los otros tres diputados federales ni qué decir: Alberto Batún de Morena, quien de pronto se convirtió en “empresario periodístico”; Juan Carrillo Soberanis, del Partido Verde Ecologista de México, quien únicamente se le ve cosechando sus influencias; y a la plurinominal Santy Montemayor del PVEM, quien brilla por su ausencia total.
En el Senado también se “cuecen habas”, pues a la senadora morenista Marybel Villegas Canché sólo se le ve haciendo grilla barata y, ahora, dice que de la alta, porque se deja ver apoyando a Gerardo Fernández Noroña, en su absurda búsqueda presidencial.
Queda la senadora Mayuli Martínez Simón del PAN, quien no busca la forma de figurar en el escenario político, y falta el ex candidato a la gubernatura de Movimiento Ciudadano, alguien que se dice muy chetumaleño, a quien ahora sí es momento de preguntarle ¿Qué Pech con legislar por Chetumal?
¿Pagarán la factura de no defender a los quintanarroenses en la máxima tribuna del país?