El rigor de la justicia

En Quintana Roo, la gobernadora Mara Lezama Espinosa ha asumido un rol contundente y se lo ha hecho saber...

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En Quintana Roo, la gobernadora Mara Lezama Espinosa ha asumido un rol contundente y se lo ha hecho saber a todos: la ley se aplicará sin miramientos y nadie será intocable.

Esta postura, reiterada en el programa “La Voz del Pueblo”, marca un desafío frontal contra las redes de corrupción y crimen organizado que durante años han operado con impunidad en el estado.

Administraciones corruptas han desfilado por este estado, que ha sido saqueado a manos llenas por bribones disfrazados de políticos y salvadores.

 El mensaje reciente de la mandataria no solo busca calmar las inquietudes de la ciudadanía frente a rumores de extorsión que involucran su nombre, sino también reafirmar su compromiso con la transparencia.

 Al exhortar a la población a denunciar llamadas fraudulentas al 089, Mara Lezama apunta a un objetivo claro: recuperar la paz a través de la colaboración ciudadana y el fortalecimiento de instituciones de seguridad.

Uno de los momentos más significativos de su mensaje fue sobre la captura de Miguel Ángel “N”, alias “El Tigre”, un personaje que, más allá de su presunta vinculación con actividades criminales, simboliza los oscuros nexos entre el poder público y el crimen organizado.

 Como ex funcionario de la Fiscalía, su caso subraya una realidad incómoda sobre las instituciones que se supone debían velar por la justicia, pero que en realidad fueron cómplices de su erosión.

Durante la administración del ex gobernador Carlos Joaquín González, el entonces fiscal Óscar Montes de Oca usó a la Fiscalía General del Estado como un lucrativo negocio propio. Por eso a nadie sorprendió su renuncia repentina el 26 de junio de 2023, a tan sólo cuatro años de haber asumido el cargo en el 2018.

 Otro logro destacado es la recuperación del edificio La Ceiba, que en su momento representó el despilfarro y la corrupción. Transformarlo en un espacio para la Fiscalía General del Estado no solo es un golpe simbólico, sino una medida pragmática.

 Ahora, las víctimas de violencia cuentan con áreas especializadas que prometen atención, sin embargo, la batalla no será fácil, ya que la historia reciente de Quintana Roo está plagada de ejemplos de impunidad y corrupción, y faltará ver si las nuevas y flamantes instalaciones son usadas en verdad para el beneficio de la población.

 Pero si la gobernadora cumple con lo que promete –que no le temblará la mano–, estará marcando un cambio necesario en un estado que pide a gritos justicia, transparencia, pero, sobre todo, seguridad, como en la zona sur, donde la violencia ha subido como la espuma, aunque sus autoridades tengan otros datos.

 ¿Cuántos más caerán en los próximos días?

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