El “súper peso” y los daños al turismo
No, no podemos irnos con la finta de que “el súper peso” beneficia a todo el país, que la depreciación del dólar...
No, no podemos irnos con la finta de que “el súper peso” beneficia a todo el país, que la depreciación del dólar estadounidense fortalece a la economía nacional. No es cierto y menos aún a la actividad turística, de la cual vive el estado, por la cual palpita el corazón de Quintana Roo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no ha dudado en vanagloriarse por este fenómeno de la economía internacional, que hoy ve cómo se devalúa la moneda más importante del mundo, provocando una apreciación del peso frente al billete verde.
Sin embargo, la afectación negativa es inmensa, primero porque las exportaciones de México se hacen menos competitivas, las remesas disminuyen su capacidad cambiaria, es decir que aquellos que reciben dólares enviados por familiares que viven en Estados Unidos, hoy perciben menos pesos por cada billete verde.
Con ello, nos referimos a tres de los sectores –legales- que han mantenido la economía de esta nación: Las exportaciones (petróleo, manufactura, automóviles y autopartes, entre otras), las remesas y el turismo.
En marzo de 2020, el dólar llegó a un nivel de 24.1 pesos. Hoy, de acuerdo a información de medios, el billete norteamericano se colocó en apenas 18.7 pesos.
Como decimos, este tipo de cambio afecta negativamente a la actividad turística nacional, toda vez que para los estadounidenses –principal mercado turístico de México y en especial de Quintana Roo- resulta menos atractivo visitar nuestro país, por la sencilla razón que hoy les es más costoso.
Quizá esta afectación no lo sea tanto para aquellos que optan por hospedarse en el sistema “todo incluido”, en el que contratan todo desde su país y que regularmente mantienen una estancia en esta nación simple: Aeropuerto-hotel-Aeropuerto, es decir, no realizan más gastos en México porque todo lo tienen en su hotel y no tienen la necesidad de cambiar su dinero a pesos.
Pero para aquellos que prefieren hospedarse en centros bajo el sistema americano y que gastan en sus alimentos, transporte, diversión, entre otras opciones, sí ven mermada su capacidad de gasto, pues su dinero hoy vale menos.
Por ejemplo, no podemos olvidar aquel catastrófico “error de diciembre” en 1994, cuando las enormes fallas del entonces novato presidente Ernesto Zedillo, provocaron el incremento del dólar en 300 por ciento de un día para otro.
En aquel invierno, Quintana Roo no se dio abasto para recibir a tanto estadounidense, la capacidad hotelera fue rebasada por mucho, pues para los gringos resultaba poco menos que gratis vacacionar en México, al grado de sobrevender cuartos y verse en la necesidad de transportar turistas incluso a Yucatán, porque aquí ya no cabían.
Hoy este fenómeno es totalmente a la inversa. Y, repetimos, estamos hablando del principal mercado turístico.
Entonces ni el león es como lo pintan, ni todo lo que brilla es oro.
La opción para resarcir este mal, para enfrentarlo y buscar paliativos, es que atraer un turismo de mayor poder adquisitivo, con capacidad de gasto.
Y eso es justo lo que hoy -18 de enero- deben buscar aquellos que conforman la nutrida delegación de Quintana Roo que se encuentra en la feria turística más grande e importante del mundo, la Fitur, en Madrid.
Esta entidad de ninguna manera puede echar las campanas al vuelo –como han pretendido hacer creer a los mexicanos-.
El “súper peso” perjudica a sectores y entre ellos está el turismo que, en el caso de esta entidad, no ha logrado sacudirse problemas como la mala imagen por inseguridad y el sargazo.