En memoria de Aída

Hay muchas personas que pasan por nuestras vidas, pero pocas dejan huella. Hoy rindo tributo a una mujer especial...

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Hay muchas personas que pasan por nuestras vidas, pero pocas dejan huella. Hoy rindo tributo a una mujer especial, a una que dejó una huella imborrable en mi vida, mi esposa Aída Ana Gómez Mejía, quien es y seguirá siendo la luz que ilumina mi vida.

Compartimos 53 años de vida matrimonial, familiar, de respeto, sacrificios, de educación y formación de nuestros hijos.

Debido a su profesión de maestra se ganó el respecto de sus alumnos, compañeros, docentes y madres de familia de la escuela Patria, donde educó y formó a cientos de alumnos con verdadera vocación. Ella inició su carrera profesional a los 17 años y la  concluyó en mayo de 1990.

Siendo muy joven, la profesora Aída Ana Gómez Mejía se avecindó en la capital de Quintana Roo, en el año de 1978, después de iniciar su vida profesional en el sur de Mérida, luego de fundar la escuela Jaime Torres Bodet.

En Quintana Roo se desempeñó eficientemente organizando las brigadas de voluntarias de la extinta Sahop, Profeco y la Secretaría de Gobierno.

Mi amada esposa Aída Ana, falleció el 10 de marzo a las 0:50 horas, a los 83 años de vida productiva y sin tacha

Fue hija del profesor, director y secretario de Educación en Yucatán, Esteban Saturnino Gómez Sosa y la profesora Aída María Mejía Salazar, quien fue catedrática por toda su vida profesional, ambos finados.

Le sobrevive su hermano menor MarIo, profesor y destacado ingeniero civil, maestro y especialista en resistencia de materiales, egresado de la facultad de ingeniería de la Universidad Autónoma de Yucatán.

Así como su esposo Ramón Humberto González Reyes, sus hijos: el arquitecto Esteban Humberto González Gómez, y la licenciada Aída Isis González Gómez; sus nietos David Fernando Peraza González, Alejandro Humberto y Tania Ivone González Hernández.

Ella tuvo una vida ejemplar como miembro de la sociedad y en su desempeño profesional. Hija, hermana, maestra, esposa, madre, abuela. Su partida física deja un inmenso dolor.

Aída sigues estando en mi corazón, con el inmenso amor que me diste en nuestra unión matrimonial; seguro Dios te tiene a su lado y me esperes para reunirnos. Con amor y respeto. ¡Al tiempo!

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