En tiempos de líderes femeninas: la violencia política de género es un autogol que debemos evitar

Hola querid@ lector, en estos tiempos de avances hacia la igualdad, el terreno político está cambiando...

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Hola querid@ lector, en estos tiempos de avances hacia la igualdad, el terreno político está cambiando. Como bien sabes, las mujeres están más activas que nunca en la cancha, demostrando sus habilidades de liderazgo y tomando roles prominentes en la escena política. Sin embargo, en medio de este progreso, la violencia política de género persiste como una falta persistente.

En la cancha política, las mujeres han ganado terreno. Sus nombres resuenan en los titulares, sus propuestas se debaten en las tribunas. Pero no todo es gloria en esta cancha. La discriminación, ese rival invisible, acecha tras cada esquina. Xóchitl y Claudia no solo portan la camiseta de la oportunidad histórica, sino también el escudo de la desigualdad. En un mundo aún dominado por lo masculino, enfrentan la ardua tarea de repeler los ataques sin perder su esencia.

Otro ejemplo reciente de violencia política de género fue lo ocurrido entre el ex presidente Fox Quesada por los comentarios sobre Mariana Rodríguez el pasado 25 de noviembre, refiriéndose a ella como "dama de compañía" al escribir a otra publicación en X. En respuesta, Mariana Rodríguez le pidió al ex presidente que no se dirigiera a ella de esa manera, señalando que no era un accesorio y lo cual derivó en una denuncia legal.

Los datos siguen subiendo. Hasta el 12 de enero de 2023, según el INE, 260 personas están registradas en el listado nacional por cometer actos de violencia política contra las mujeres debido a su género. De esas, 215 son hombres y 45 son mujeres. Las acciones que han generado estas sanciones van desde amenazas, represalias por apoyar temas relacionados con mujeres, lesiones, secuestro, hostigamiento, violencia sexual, hasta agresiones basadas en estereotipos de género o realizar tareas que no son parte de sus funciones.

Por otra parte, el Congreso del Estado de Quintana Roo aprobó la Ley 3 de 3, la cual impide que personas con antecedentes de agresión sexual, deudores de pensiones alimenticias o condenados por violencia de género puedan postularse para cargos políticos o trabajar en el servicio público. Esta ley se suma a una reforma anterior aprobada el 28 de abril por la Cámara de Diputados, la cual eleva este requisito a nivel constitucional. Debido a que esta modificación afecta la Constitución, debe ser aprobada por al menos 17 congresos estatales antes del 1° de junio para que sea aplicable en las elecciones de 2024.

En el terreno de las ideas, hay conductas que merecen tarjeta roja. El machismo, ese rival que se camufla en los estereotipos, no debería tener cabida en el once titular. La violencia política de género es más que un simple golpe bajo; es la falta que nos aleja del fair play. Cuando una mujer ve menguados sus derechos, cuando se le niega el acceso a los cargos públicos por su sexo, el árbitro debe señalar la infracción. Pero no olvidemos que también existen faltas sutiles, palabras venenosas, gestos que lastiman más que una patada. Esos también merecen amonestaciones y por qué no, una que otra expulsión.

En este partido, por la igualdad y el respeto, todas las jugadoras deben tener la misma oportunidad de anotar. La eliminación de la violencia política de género es esencial para asegurar un campo político justo y equitativo. Recordemos a Michelle Obama, quien dijo una vez: "Nuestro país no puede permitirse el lujo de ignorar el talento de la mitad de su población". En este juego de la política, respetemos a las mujeres líderes y juguemos limpio para avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva.

¡Golazo por la equidad!

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