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SIN FIDEICOMISOS, 12 AÑOS DE RETROCESO EN INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO. El analista Darío Celis nos comparte una visión que por objetiva y realista, retrata con crudeza el futuro inmediato del desarrollo científico en México: El gobierno de la 4T pasará a la historia económica de México como el desarticulador y enterrador de la investigación científica aplicada.

 

La desaparición de los fideicomisos del CONACYT, que dirige María Elena Álvarez Buylla, vinculados a empresas, van a provocar que cerca de mil 500 científicos se queden sin trabajo o sin proyecto.

 

Esta decisión de romper el vínculo ciencia-empresa va a incrementar la dependencia tecnológica de nuestro país y nos va a demorar más de 12 años como nación en el desarrollo de ciencia y tecnología. Vamos a ser importadores de procesos científicos.

 

El programa, que se inició hace más de 20 años con el concurso del sector privado nacional y extranjero, tenía el ánimo de generar competitividad para el país, como lo hacen todos los países que desean generar mejores oportunidades para el futuro.

 

En la mayoría de los países el gasto en investigación y desarrollo compartido entre los sectores público y privado es entre 1.5 y 4.2% de su PIB, en tanto que en México tradicionalmente no ha rebasado 0.55%.

 

Asimismo, la proporción del gasto privado se ha mantenido alrededor de 20% y el gubernamental en 70%, y el resto proviene de otras fuentes, como las agencias internacionales.

 

La disparidad se da sobre todo porque los vínculos entre las instituciones de gobierno, las universidades y el sector privado son débiles y en general muy inestables, dependen de los vaivenes sexenales y cambian de entidad en entidad.

 

Y es que el factor político desestabiliza mucho, como ya se está viendo en este caso, de forma que no hay mucha confianza del sector privado en la visión de largo plazo de los gobiernos.

 

A las empresas nacionales y extranjeras les costó muchos años confiar en la investigación de los 27 centros de estudios CONACYT y una vez que se había logrado, ahora se rompe por una decisión política.

 

Se espera que proyectos desaparezcan porque el criterio de la Secretaría de Hacienda, que encabeza Arturo Herrera, es trabajar con presupuestos anuales. Las investigaciones para empresas de los sectores farmacéutico, agropecuario, alimentario e industrial en general requieren hasta seis años para rendir frutos.

 

Con este cambio de señales de desaparecer los fideicomisos y concentrar todos los recursos en Hacienda, muchas empresas que invierten ocho pesos privados por uno público van a dejar de hacer investigación compartida en México. Y las compañías que son multinacionales van a buscar otros países donde hay certeza jurídica y reglas de largo plazo.

 

En todas las economías que compiten globalmente, la innovación es primordial y precisamente el apoyo federal a la industria privada es lo que ha definido las áreas puntas de los negocios en los que sobresalen las naciones.

 

La convergencia entre fondos gubernamentales, universidades y centros de investigación con la empresa privada es lo que ha permitido la fortaleza económica.

 

El CONACYT había sido el vehículo más estable en la aportación de recursos, con un promedio de 40%, mientras que la SEP, Energía, Agricultura y Salud mantienen inversiones decrecientes y promedian entre 3 y 7% del total de la inversión.

 

Lo más grave, sin embargo, son los casos concretos de investigadores y jefes de investigación en los diversos centros, tanto de CONACYT como de otras dependencias, que ven desaparecer el trabajo de años. Sucede que hay un completo desconocimiento de lo que hacen y por razones ideológicas se está condenando al país a la pobreza y la perpetua importación de insumos y bienes de capital y a sus científicos a buscar oportunidades en el extranjero o morir de hambre.

 

La comunidad científica asociada al CONACYT ha expresado no sólo su inconformidad, sino el enojo por la ceguera de las autoridades. Asimismo, por la imposibilidad de que los legisladores escuchen a los investigadores que llevan toda una vida trabajando en bien del país con proyectos que se quedarán a la mitad y que significan muchos empleos en el presente y miles de dólares en exportaciones y de captación de divisas en el futuro.

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