Frontera sin ley
Por enésima ocasión el endeble paso fronterizo ubicado en la comunidad fronteriza de Subteniente...
Por enésima ocasión el endeble paso fronterizo ubicado en la comunidad fronteriza de Subteniente López fue el escenario de violentos enfrentamientos entre fayuqueros y agentes policíacos de los tres órdenes de gobierno y militares, que una vez más fueron agredidos y ridiculizados por delincuentes que operan a sus anchas en la zona y que se sienten por encima de cualquier autoridad.
Pero los continuos estallidos de violencia son tan sólo un síntoma superficial de una aguda infección de corrupción, alimentada por las propias autoridades migratorias quienes se han coludido con los traficantes, logrando que las mafias de fayuqueros se fortalezcan y se sientan con derecho a reclamar lo que consideran suyo.
La intentona de cerrar el viejo paso fronterizo de manera total fue lo que desató la ira de los fayuqueros que se lanzaron desde el pasado miércoles contra el administrador de la aduana, Óscar Ortega Lara, a quien por lo visto no le tienen respeto, mucho menos miedo.
Y es que la porosidad inocultable de la frontera con Belice, donde el tráfico “hormiga” es el menor de los males, pues el verdadero negocio está en los camiones de carga repletos de mercancía que misteriosamente logran pasar los controles aduanales, dejan muy mal parado a Óscar Ortega, quien como todos los administradores anteriores ha apapachado a los traficantes permitiendo que el monstruo crezca y se atreva a morder.
El funcionario aduanal es el principal responsable del desorden que predomina en la zona, pero también lo son las corporaciones policíacas federal, estatal y municipal, pues en Subteniente López las tres tienen jurisdicción.
Los cabecillas de estos grupos delictivos asentados en la zona libre están plenamente identificados, sin embargo no existen denuncias, ni investigaciones abiertas, ni ningún tipo de acción legal en su contra, hecho que desvela la existencia de una red de complicidad tolerada por la jugosa derrama económica que deja esa actividad ilegal.
Por si fuera poco, el empoderamiento de estas mafias en la zona enciende las alertas al máximo, porque además del tráfico de mercancías la frágil frontera sureña puede convertirse en un paso franco para el trasiego de drogas y de indocumentados, con consecuencias inimaginables para el estado.
Es urgente tomar medidas para sanear el tejido de corrupción en la frontera chetumaleña y desmembrar a los grupúsculos criminales que se han asentado en aquella pacífica Subteniente López, antes de que sea demasiado tarde y haya mucho que lamentar sin remedio inmediato.