“Gracias mamá”

“Contemplando el mundo se puede dudar de la mujer; pero ya no es posible dudar más mirando la propia madre”, Enrique Domingo Lacordaire.

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Desempolvando y releyendo cartas de mis hijos, que por diversos motivos me han escrito desde su infancia. Me topé con una carta muy bella de uno de ellos, que me escribió para un acontecimiento muy especial.

Esta carta viene mucho al caso de lo que un hijo siempre le quiere decir a su madre desde el fondo del corazón. Ahora que mis hijos adultos, independientes cada uno, haciendo su vida; disfruto esta carta como si este día tan especial la estuviera recibiendo y leyendo por primera vez la carta. Y hoy me gustaría  podérsela decir a mi madre, bueno, ella donde quiera que esté lo sabe. También  dedicársela a todas las madres porque tengo la certeza que cada hijo esto es lo que siempre quiere decir a su madre, aunque a veces no se note, o por diferentes motivos no lo digan.

Querida mamá:

“Primero que nada quiero confesar que te  he querido  escribir desde hace mucho tiempo (meses), pero algo dentro de mí no me dejaba. Antes que nada gracias, ya sé que suena como un gracias cualquiera, como un gracias por pasarme la sal, por recogerme mi plato, pero este es un gracias más allá, más allá de cualquier gracias, porque para mí esa palabra la inventaron para las mamás, lo demás es una muestra de agradecimiento, con esa palabra de título”.

Más adelante continúa diciendo: “Porque  el que inventó  la palabra “gracias” se cansó de pensar y no pudo inventar otra palabra. En fin, gracias por darme tanto amor porque por el mismo amor nací, por el mismo amor crecí y puedo pensar, por el mismo soy quien soy y estoy donde estoy, el mismo amor nos une; el amor hacia la familia, hacia Dios, y hacia ti mamá.

Termina la carta diciendo: “Gracias por tu amor, gracias por la educación, por las oportunidades, por la escuela, por la ropa, en fin son tantas gracias que nunca acabaría. Gracias por todo mamá”.

Y aquí termina la carta, dándome todo su amor. Como madre, para mi esta pequeña carta, y muchas otras que me dieron mis hijos, así como otros muchos detalles que ellos han tenido conmigo, son pequeños y grandes trofeos, guardados en el fondo del corazón, valen mucho más que cualquier título recibido o cualquier mérito profesional o todo el dinero del mundo.

Estoy segura que todas las madres tenemos de nuestros hijos, grandes y pequeños trofeos guardados, cuando son bebés, las caricias que ellos nos dan, las sonrisas que nos regalan, sus abrazos, y en el día a día cuando van creciendo, la alegría que sentimos al verlos hacer su primer solito, al empezar a caminar, la preocupación por el raspón en la rodilla, la rebeldía del adolescente y la madurez en la edad adulta de los hijos; que es cuando ellos realicen su vida, con las herramientas que les dimos y puedan enfrentar los retos que se les presentan el día a día.

Sin importar las imperfecciones de uno como madre, sin importar muchos detalles, el cariño y dedicación de una madre hacia sus hijos es el mayor regalo que les podemos dar a nuestros hijos. Cada hijo es la mayor aventura que una madre tiene, y cada día va creciendo  el amor hacia ellos. Feliz Día de la Madre.

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