“Las críticas no serán agradables, pero son necesarias”; una frase del célebre Winston Churchill que encierra mucha verdad. Hace unos días visitaba los perfiles de algunos ayuntamientos del estado y fan pages de legisladores (y otros servidores públicos) en una red social; me sorprendió mucho que de sus publicaciones se desprendían comentarios de los ciudadanos que en casi un cien por ciento eran de aprobación, felicitaciones, saludos, y una serie de palabras que solo denotaban alabanzas, e incluso palabras de aliento para que sigan trabajando de la manera en que, supuestamente, hasta ahora lo han estado haciendo. Sin embargo, cuando algunas publicaciones de los ayuntamientos o personajes de la política son compartidas en algunos grupos sociales, los comentarios generados son, en su mayoría, muy críticos, de desaprobación, e incluso llegan a ser ofensivos y de reproche hacia las políticas y obras de gobierno. Los comentarios en las publicaciones originales y en las compartidas por terceras personas nos muestran panoramas totalmente diferentes sobre la percepción que la gente tiene del gobierno.

Al revisar los comentarios de las publicaciones compartidas en algunos grupos pude constatar, por lo que leí, que varias personas no pueden expresar sus opiniones ni en las páginas oficiales de los ayuntamientos ni en la de algunos personajes de la política porque simplemente se ha configurado el sistema para evitárselos. Solo les permiten compartir, y otros miembros han sido bloqueados definitivamente sin la posibilidad de ver siquiera lo que ellos publican. Entiendo que algunas veces los comentarios pueden ser ofensivos, pero no permitirle comentar a quien critica con el ánimo de mejorar nuestro entorno, de tener una intervención sobre las decisiones de gobierno, es coartar su libertad de expresión, e incluso es negarle toda oportunidad de participación en decisiones u obras que son de interés común. A eso le llamo intolerancia; la cual se practica hoy en día en los tres niveles de gobierno.

La intolerancia hacia la crítica fue una de las características de los gobiernos totalitarios que situaban al estado como un fin en sí mismo, sin la menor oportunidad de trascendencia de las sociedades e individuos, convirtiéndose éste en omnipotente. En este tipo de gobiernos se imponen las concepciones sin posibilidad de crítica. Debe preocuparnos que estos tipos de gobiernos surgieron en el pasado cuando éstos pasaban por graves períodos de crisis, y en donde la inseguridad creía día con día. Por todo lo anterior y los altos índices de inseguridad en nuestros días, ¿acaso no estamos viviendo ya dentro de este tipo de regímenes? Este tipo de regímenes están dirigidos por un partido político que en la práctica de comporta como único partido, como el partido del estado.