Cuando un niño empuña un arma

Pocas noticias logran conmover a la opinión pública. Todos los días despertamos y anochecemos...

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Pocas noticias logran conmover a la opinión pública. Todos los días despertamos y anochecemos con hechos violentos que, al ser tan comunes, ya nos parecen cotidianos y hasta normales. Pero cuando se trata de un pequeño que lleva armas a su escuela, dispara, hiere a algunos, priva de la vida y por si eso no fuera poco también se quita la vida, la sensibilidad regresa a nuestras conciencias y nos exige reflexionar, porque algo no estamos haciendo bien y cuando digo “estamos” es porque no solo la responsabilidad cae en los padres sino también en las autoridades.

No es cuestión de echar culpas a gobiernos presentes y pasados, sino de analizar nuestras propias responsabilidades. Se nos ha descompuesto el país por muchos factores, no sólo por la pobreza. Uno de los motivos de la descomposición actual es el demonio de siempre, la ambición del dinero, la lucha de tener más y más, de nunca darse por satisfecho con lo que tenemos y ahí es donde viene en gran parte la ausencia de los padres donde ambos trabajan dejando en muchas de las veces a los hijos.

El dinero siempre corrompe, a los de antes y a los de ahora. Ante los casos que hemos visto de menores con armas dentro de las escuelas considero en lo particular que el Operativo Mochila como una medida de prevención no vulnera las prerrogativas fundamentales de las y los estudiantes, siempre y cuando se lleve a cabo con base en el protocolo. Organismos de derechos humanos como el de Quintana Roo han señalado en más de una ocasión que dicha medida vulnera los derechos de los estudiantes, ¿acaso Marco Antonio Toh presidente estatal del organismo espera que se dé una situación similar a la de Torreón en Quintana Roo para poder actuar?

Muchos de los maestros no aplican esa medida ante el temor de ser denunciados por los padres o alumnos de violentar sus derechos cuando debería ser una obligatoriedad de padres y maestros revisar las mochilas de nuestros hijos.

Toda persona tiene derecho a que se le garantice un ambiente sano, seguro y sin violencia, dentro de las instalaciones escolares y durante todo su desarrollo educativo. Es decir, salvaguarda los derechos humanos de la comunidad escolar, a la educación, a la intimidad, a la participación y el principio de interés superior de la niñez.

Lo anterior es parte de contenidos en materia de derechos humanos que pareciera a todos se les está olvidando. Pero también debemos dejar en claro que un videojuego no fabrica asesinos, tal y como declararon en su momento autoridades del caso Torreón al señalar que el menor actuó influenciado por un videojuego.

Imposible tratar de cuantificar el número de personas que son afectos a los videojuegos y hechos de este tipo al día de hoy son casos aislados ya que si bien, las armas son parte del entorno de los mismos, un videojuego no te enseña a usar un arma, no te enseña a cargarla, a poner o quitar un seguro y accionarla.

Como sociedad debemos reaccionar y pensar en estrategias que nos alejen de la repetición de un hecho así, lo cual evidentemente va más allá de un operativo denominado “Mochila segura” donde la propia CNDH, se ha pronunciado en contra de esta medida ya que dice ser un error hacer a todos los niños blanco de desconfianza con medidas absurdas y extremas.

Irónico pero necesario, también se debe hacer un llamado a los padres y madres de familia y a todos aquellos que estén al cuidado de los menores para estar más pendientes de lo que pasa con ellos.

Lo cierto es que todos somos un poco culpables de lo que sucedió en Torreón. Somos testigos de la descomposición social que vivimos, olvidando que “la violencia que se vive en las calles inició en una casa. Tenemos que ser más responsables de todos, y dejar de buscar culpables en los comics y en los maestros o en los propios padres de familia”.

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