La lección a la ciudadanía

Política y administración pública están íntimamente relacionados, pero así como en la primera...

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Política y administración pública están íntimamente relacionados, pero así como en la primera debe destacar la propuesta de construcción de políticas públicas para la satisfacción de las necesidades humanas, en la segunda debe hacerlo precisamente la instrumentación de las mismas, pues es lo que debe distinguir una “oferta” de otra; lamentablemente, si de algo carecen ambos ámbitos en el país es justamente de ello, y de ello todos somos culpables.

Porque la “medianía” con que la clase política nacional se desempeña está dado, por mucho, por la falta de exigencia hacia los políticos que, proceso tras proceso, siguen proponiendo las mismas soluciones para problemas que durante décadas han estado ahí, mientras el ciudadano –aun en el siglo XXI y las restricciones legales- sigue conformándose con la inmediatez de la dádiva y las promesas de un futuro mejor, normando su criterio sólo a partir de frases “pegajosas” o prejuicios instaurados como verdades nacionales.

Del “cállate chachalaca” hasta el “me canso ganso” un amplio sector ha creído a pie juntillas lo que ahora se ha dado en llamar la cuarta transformación republicana, cuyo apoyo en las urnas alcanzó los 30 millones de votos y que tiene a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia, pero lo mismo ha sido con el “Bienestar para tu Familia”, el “Arriba y Adelante”, “La Renovación Moral”, “La Solución Somos Todos”, lemas todos de campañas que nunca tuvieron la intención de transformar las condiciones sociales de una ciudadanía que ve en la despensa la solución única que le ofrecen los políticos en campaña, aunque después del abrazo y el spot nunca los vuelvan a ver.

Sólo así es explicable, a nivel local, que candidatos que ya co gobiernan –recuérdese que algunos son legisladores en funciones que buscan reelección- caminen las calles con un discurso revolucionario, señalando al rival por su incompetencia y prometen (a futuro) construir un mejor entorno, ¿pues qué no están ya en funciones?, ¿No son los resultados los que debieran ser sus principales activos para pedir a la ciudadanía el refrendo en el cargo?, ¿No son las acciones las que deben mover al elector a permitir que los que son gobierno sigan siéndolo?, ¿No son las actuales campañas, por decir lo menos, erróneas, pues pareciera que todos son opositores y que ninguno de los partidos que abanderan candidatos, en lo local o federal, son gobierno?

Dar al ciudadano un diagnóstico de su situación, como si no la padeciera diariamente, debiera considerarse un insulto, cuando se supone se es parte de quien debiera ofrecer no promesas sino evidencia de resultados; pero aquí el error del ciudadano, pues padecen incólumes tanto la falta de resultados como las mismas promesas de campaña, sin exigir demasiado a una clase política que, convenientemente, asume que, si nadie les reclama, es porque están haciendo lo correcto: “no tienes servicios públicos, yo te los daré”, “no hay empleo, yo los generaré”, “estamos hartos de la inseguridad, vota por mi”, “ofrezco trabajar todos los días para ti”, “con tu apoyo, juntos construiremos la ciudad que merecemos”, “tengo capacidad y experiencia, la pongo a tu disposición”, “nunca más gobiernos corruptos”, “por más espacios para nuestros jóvenes”, “por más apoyos para madres solteras”, “por más oportunidades de bienestar”, frases que parecen decir mucho, pero no comprometen a nadie.

¿Y entonces cuál es la lección? Cuando algún candidato/a lo visite, pregúntele sobre temas muy concretos, si se quedará los tres años como legislador/a; el cambio de huso horario, el apoyo o no a la tenencia, la solución al problema limítrofe entre Quintana Roo y Campeche, y sobre todo, cómo llegará al estado eso llamado cuarta transformación, anote sus respuestas y espere los resultados, así no lo volverán a engañar, así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

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