La 'esclavitud' de la industria turística
La abolición de la esclavitud en la Península de Yucatán sigue siendo un capítulo oscuro...
La abolición de la esclavitud en la Península de Yucatán sigue siendo un capítulo oscuro y relativamente poco discutido en la historia mexicana. Fue en el otoño de 1909 cuando el periodista e historiador John Kenneth Turner, autor de “México bárbaro”, sacó a la luz la persistente esclavitud en esta región, desafiando la noción de su inexistencia. Basándose en reportes que escuchó personalmente en abril de 1908 de parte de Ricardo Flores Magón y otros tres precursores de la Revolución Mexicana en una cárcel en Los Ángeles, California, Turner se infiltró en México, adoptando la identidad de un comerciante de tabaco e inversionista, para observar de primera mano las condiciones de vida de los indígenas mayas y yaquis en las haciendas de henequén.
Turner documentó detalladamente los horrores que enfrentaban estos miles de trabajadores, incluyendo jornadas laborales de hasta veinte horas sin remuneración monetaria y castigos físicos constantes equiparables a tortura, incluyendo, por ejemplo, latigazos. La crueldad era tal que sus propietarios podían disponer de sus vidas sin consecuencias. Según Turner, esta esclavitud era incluso más severa que la que hubo alguna vez en Estados Unidos, que había sido abolida en 1865.
En la actualidad, más de un siglo después, las condiciones laborales en algunas partes de la Península de Yucatán, particularmente en la industria hotelera y gastronómica de Cancún y la Riviera Maya, muestran una realidad alarmante. Aunque distintas, estas condiciones no difieren “suficientemente” de este pasado esclavo. Son demasiado habituales las jornadas laborales mucho más largas que lo permitido por las leyes y el maltrato psicológico, junto con la violación de otros derechos laborales básicos.
Según especialistas en antropología, estas prácticas laborales son un reflejo de jerarquías sociales y de género del sistema colonial. Estas condiciones están vinculadas con altos índices de suicidios, adicciones, ansiedad y otros problemas de salud, además de precariedad económica y falta de educación, lo cual se encarga de perpetuar dichos problemas sociales.
La creciente deserción laboral en las empresas turísticas y restauranteras de la región es un síntoma de estas problemáticas. La llamada “alta rotación de personal”, un eufemismo para la deserción laboral, deja vacantes sin cubrir por tiempo indefinido y se ve como un asunto a resolver a través de nuevas contrataciones, bajo el mismo esquema y repitiendo el mismo ciclo.
La mentalidad de los hacendados de henequén de principios del siglo xx encuentra eco en la de algunos empresarios actuales. En ambas épocas, se percibe a los seres humanos como meros instrumentos de utilidad, valiosos únicamente por su capacidad de servir como herramientas para objetivos externos, como la producción o el lucro. Una vez que dejan de ser útiles, pueden ser descartados, recordando la despiadada frase de un terrateniente recogida por Turner: “hay muchos más de donde estos vinieron”.
Contrasta esta visión utilitarista con una que reconoce el valor intrínseco o inherente de los seres humanos. Esta perspectiva reconoce que cada persona tiene un valor propio, individual y único, independiente e incomparablemente mayor a su utilidad para cualquier fin externo.
Es decir, el desarrollo personal y la autorrealización poseen un valor incalculable, que trasciende cualquier posible ganancia monetaria. De esta visión se desprenden los conceptos (históricamente recientes) de derechos humanos y de desarrollo humano, y es la visión que promueve nuestra universidad, reflejada en nuestro lema: “Conocimiento y cultura para el desarrollo humano”. Comprender y aplicar en la realidad esta distinción entre valor intrínseco y valor utilitario es un objetivo clave para nuestra universidad y el sistema educativo en nuestro estado.
En resumen, el concepto de desarrollo humano que Cancún necesita urgentemente es uno que respete y valore las personas por sí mismas, más allá de su función económica o productiva. Este enfoque es esencial para el verdadero mejoramiento social y económico sostenible de la región.
(Roberto Parra / Profesor de Tiempo Completo, Depto. Desarrollo Humano, Universidad del Caribe).