La importancia de compartir fracasos
Fuck Up Nights ha alcanzado fama internacional, y hoy se encuentra extendida en muchas ciudades.
Hace unos días fui invitado a un evento muy interesante; el objetivo del mismo es que un grupo de personas emprendedoras hablen de sus fracasos y de cómo han aprendido de ellos: esa es la esencia de las Fuck Up Nights.
La idea, surgida en México en 2012 ha alcanzado fama internacional, y hoy se encuentra extendida en muchas ciudades y países, y ha generado toda una cultura de análisis respecto a las fallas que hay en distintos ámbitos, en especial en el empresarial, e incluso ha dado pie a la creación de instituciones especializadas en estos temas como el Failure Institute.
Y es que seamos sinceros; a todos nos gusta hablar de nuestros logros, el cómo hemos llegado a ser lo que somos, del éxito, de los reconocimientos, de las buenas prácticas… Pero en realidad, en la mayoría de las ocasiones estas experiencias vienen precedidas y rodeadas de fracasos de los que nunca hablamos, pero que en realidad son los que nos llevan a aprender y a seguir adelante.
Y esto me ha llevado a una reflexión profunda: ¿qué podemos aprender de esto en nuestros destinos turísticos? ¿No sería bueno hablar NO de lo bien que le va al sector, sino de los casos en que de plano nos hemos equivocado? ¿No sería bueno aprender de nuestras malas experiencias para no volver a cometer los mismos errores?
Imagínense que pudiéramos tener en una conferencia, por ejemplo, a desarrolladores que han comprado terrenos en destinos turísticos y que meses después de comprarlos entró en vigor la ley del manglar. ¿Qué han hecho para sortear este asunto? ¿O inversionistas que le apostaron al boom inmobiliario y después vino la crisis de 2008? ¿Cómo lo han superado?
O a organizaciones de la sociedad civil que han emprendido proyecto millonarios en zonas turísticas y que han resultado fracasos monumentales, debido a no considerar ciertas variables. ¿No sería interesante aprender de ellos?
O funcionarios que han decidido tomar decisiones que tienen un impacto en el medio ambiente o la cultura; a mí en lo personal, me encantaría saber cuáles fueron sus motivaciones y reflexiones.
O turistas que han emprendido viajes esperando encontrar las maravillas del mundo y se han quedado en un país extraño, sin dinero, sin comer, pasando penas y sin conocer absolutamente nada. ¿Cómo lo han superado?
En fin, durante los últimos días he estado pensando mucho en estos temas, gracias a la experiencia de participar en este evento. Y la verdad, las reflexiones se hacen cada vez más interesantes y profundas, y me gustaría compartirlas con ustedes, con la intención de adecuarlas a este sector en el que trabajo y al que le apuesto día a día: el turismo:
Para hablar de los fracasos, una de las primeras cosas que hay que dejar atrás es el ego.
No tiene nada de malo reconocer que nos hemos equivocado, y mucho menos, decirlo y compartirlo.
Hablar de los fracasos nos obliga a hacer un profundo análisis de nuestras acciones, y reconocer en ellas nuestras debilidades y si somos o no capaces de sortear problemas.
Como mencionaba en mi plática, el reto para afrontar estos temas es ser resiliente, es decir, tener la capacidad de adaptarse al cambio.
En un mundo tan dinámico como el de hoy, donde los cambios y movimientos están a la vuelta de la esquina, no hay mejor manera de salir adelante que haciendo una introspección y analizándonos muy a detalle, descubriendo nuestras fallas y reconociendo que, a pesar de que muchas veces hay que dar una imagen de éxito, el verdadero aprendizaje está en nuestros fracasos.
Y en el turismo, creo que esto es una necesidad que se vuelve cada vez más imperante.