La moda de manipular

“El manipulador envilece al pueblo para tener libertad de maniobra y evitar el riesgo de ser escarnecido” Alfonso López Quintás.

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Anuncios, programas, influencers, redes sociales, cines, discursos de candidatos y de políticos están llenos de manipulación.

Quieren que escuchemos, veamos y comamos lo que ellos quieren como si fuera verdadero; los anunciantes nos ven como meros clientes y no como personas, la televisión nos ve como parte del rating que equivale a ganancias para ellos y no como seres humanos; los políticos nos ven como masa para que votemos por ellos sin dar propuestas, viéndonos como votantes y no como personas. Todos ellos caen en este fenómeno tan llamativo que es la manipulación.

Manipular es manejar algo como objeto, cuando yo manipulo un lápiz, escribo con este, lo cuido, lo tiro cuando ya no sirve. Pero, cuando manipulo una persona la cuido y la tiro cuando ya no sirve; la estoy rebajando porque ya no la veo como fin que es, sino como un simple medio, es decir no se le ve como persona sino como objeto. El manipulador busca ejercer presión sobre ella o sobre la sociedad entera, y aquí se reduce a meros objetos con un fin determinado: “obtener votos”.

Vemos en muchas campañas que el manipulador de ideas se las ingenia para engañar sin mentir, como por ejemplo dar un discurso en forma enérgica, poniendo su prestigio personal de por medio, se presentan como los futuros mesías de la sociedad, cortan con el pasado, mostrando una ideología utópica, desligada del pasado y carente de futuro. Repitiendo frases cortas que en realidad ni ellos mismos se creen. Buscan no el bienestar común de la sociedad, sino conseguir votos para subir escalones en su carrera política, y así obtener más beneficios personales y para sus familias.

Al manipulador le interesa moldear la mente, la voluntad y sentimientos de sus seguidores, haciéndolos pensar que esa ideología está rodeada de nobleza; sin embargo, lo único que se dedica es a su ejercicio de llegar al poder mediante la persuasión dolosa hacia los demás.

Con gran gusto el manipulador adoctrina a su gente que ya está dentro de sus redes, para que ellos sirvan de intermediarios y puedan llegar al reclutamiento de activistas para convencer de las supuestas bondades del manipulador que presenta su ideología como el único medio de salvación para la sociedad.

Lo más peligroso nos dice López Quintás, es la forma en que actúan estas técnicas de seducción espiritual, actuando directamente a la mente, sentimientos y voluntad, dejándolos carentes de creatividad y sin poder pensar con rigor, promoviendo una confusión en el ambiente para evitar que la sociedad piense con rigor y saber exigir a los políticos.

La sociedad está plagada de estos manipuladores, tanto en la política con sus ideologías mesiánicas, como en otras áreas que nos ven como clientes y no como personas, en las redes sociales, promoviendo al por mayor la manipulación.

Como personas pensantes hay una gran necesidad en el momento de ejercer nuestro voto; no dejarnos influir por las grandes promesas de campaña ni guiar nuestra decisión del voto sin reflexionar, investigar sobre nuestro candidato o candidata. No guiar nuestra decisión por lo que dicen las encuestas, ni las promesas de campaña. Reflexionar fuera de todo, analizando a cada candidato, candidata; sus principios. Son algunos puntos a seguir para no caer en la telaraña de los manipuladores.

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