La verdad sobre la economía en el sexenio de AMLO

En estos tiempos electorales el gobierno de la 4T ensalza sus logros económicos y con un manejo...

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En estos tiempos electorales el gobierno de la 4T ensalza sus logros económicos y con un manejo sesgado de datos e indicadores económicos, anuncian a los cuatro vientos que el crecimiento de la economía mexicana es extraordinario, que todo va muy muy bien.

Por otro lado, la oposición sale a decir que la economía es un verdadero desastre, que el país está atrancado en un bache transexenal de falta de crecimiento. Dado lo anterior es necesario ver cuál es la realidad de la economía mexicana.

La realidad es que no hemos crecido este sexenio. A noviembre de 2023, habíamos crecido 3.9% en total. Eso equivale a 0.8% al año. Dado que ese crecimiento es inferior al de la población, a cada mexicano le corresponde una rebanada 1.6% más chica del pastel. El fuerte consumo ha ayudado, pero gracias al "súper peso", el consumo de bienes nacionales aumentó 4.5% en 5 años, y 52.6% el de importados.

Se insiste en atribuir el mediocre desempeño a la pandemia, pero 30 de las 45 economías más grandes del mundo se recuperaron mejor que la de México. Si a eso le agregamos la enorme influencia de la economía de EU en la nuestra, su vigorosa recuperación, que más de 80% de nuestro comercio es con ellos, el fuerte rebote del turismo de EU, la fortaleza de su consumo, los niveles récord de remesas que de ahí provienen y el nearshoring, nuestro estancamiento es alarmante.

La reubicación sin precedente de cadenas de suministro, detonada por la pandemia y por factores geopolíticos, pudo incrementar exponencialmente la inversión extranjera directa que recibimos. Pero de los 36,100 millones de dólares que llegaron en 2023, sólo 2,800 fueron inversión nueva, el resto fue reinversión de proyectos existentes. En cuanto a la creación de nuevas empresas, en todo 2023 sólo se establecieron 11 de más de 500 trabajadores, pero cerraron 8, para un neto de 3. No aprovechamos las Cadenas Globales de Valor. Sólo 24% de nuestras manufacturas están ligadas a éstas (60% en el sudeste de Asia), el 95% de nuestras empresas son ajenas a las CGV. Medidas en volumen, entre 2017 y el tercer trimestre de 2023, nuestras exportaciones no petroleras sólo aumentaron 14.8%, las petroleras bajaron 15%. El nivel de contenido nacional de nuestras exportaciones (40%) ha bajado casi 10% desde 2015.

¿A qué se debe nuestro magro desempeño? Primero, a los altos niveles de extorsión en nuestra economía, a los que alude el lúcido libro de Luis de la Calle, La economía de la extorsión. Segundo, a la incertidumbre en cuanto al abasto de agua y de energía suficiente, barata, de buena calidad y limpia. Revertir la reforma energética no pudo ser más inoportuno. Tercero, por la creciente y evidente inseguridad. Como nos recuerda Signos Vitales, somos el país número uno del mundo en mercados criminales, por encima de Nigeria o Colombia. Difícil creer que este gobierno no sea cómplice. El número de billetes de mil pesos en circulación ha aumentado 326% en tres años.

Retrocedemos en lo ambiental y energético. Como nos recuerda Rosanety Barrios, después de la adquisición de las plantas de Iberdrola, nuestra dependencia de combustibles fósiles para generar electricidad pasará de 60% a 70%. Entre 2017 y 2023 crecieron 500% las solicitudes de interconexión de centrales eléctricas para casa habitación.

Los apagones son inminentes. Mientras tanto, tenemos sólo 2.4 días de almacenamiento de gas natural. Dependemos de importar de EU justo cuando surge enorme competencia europea comprándoles gas licuado para sustituir los gasoductos rusos. Este gobierno jamás entendió que la autosuficiencia energética podría tener sentido en el caso del gas natural, pero no lo tiene para gasolinas. En cuanto a éstas, creció 122% su contrabando entre 2018 y 2021, según datos del SAT; desde 2019 aumentaron 500% los puntos de extracción ilegal de ductos. Y, para redondear la tragedia energética, Pemex deberá amortizar 50% de sus 934 mil millones de pesos de deuda en los próximos tres años.

Los datos si importan. Si a lo anterior le agregamos que en 2024 tendremos el mayor déficit fiscal desde 1988 (5.4% del PIB), los datos de este gobierno son una verdadera vergüenza.

Inteligencia artificial… el infierno que viene

En un reporte patrocinado por el Departamento de Estado, y publicado esta semana, señala que la “Inteligencia Artificial” (IA) podría representar “una amenaza de nivel de extinción para la especie humana”. El documento fue desarrollado por una empresa de tecnología Gladstone AI, y supuestamente no representa la posición del gobierno estadounidense, pero sí es un guía para evaluar si la estrategia actual representa una estrategia para proteger los intereses nacionales e internacionales en materia de seguridad nacional ante esta nueva tecnología.

Hay que reconocer que es de terror leer algunas de las conclusiones basados en la visión de más de 200 investigadores y expertos en ciberseguridad y armas de destrucción masiva, donde señala un documento, que refleja la visión de más de 200 expertos en ciberseguridad, que hay riesgos catastróficos, que incluyen la posibilidad de que la IA dejará de ser controlada por seres humanos.

El objetivo del documento parecería ser un llamado para que el gobierno estadounidense tome pasos contundentes para crear un paraguas jurídico y estratégico para controlar o mitigar el impacto eventual de una “amenaza existencial” que podría representar la inteligencia artificial.

Sigo de cerca el rápido desarrollo de la IA a través de entrevistas, espacios en medios de comunicación, foros y contenido que a diario se publican. Lo que es angustiante es ver que entre los mismos expertos no hay consenso de la peligrosidad que representa la IA, si es una amenaza eminente, o una preocupación a largo plazo. También en los foros de expertos hay una exigencia de desarrollar marcos jurídicos que podrían detener, desacelerar o proteger los intereses de seguridad nacional y asegurar que IA se desarrolle de una manera ética, legal, dándole prioridad a los aspectos benignos de esta nueva tecnología, protegiendo derechos humanos y datos personales.

Ante la realidad de que se ha “democratizado” la tecnología de IA, esto permite que más actores buenos y malos puedan acceder a IA, con pocos recursos y capacidades. Esto debería llevarnos a evaluar si es factible controlar el desarrollo acelerado de IA, cuando esta tecnología no es de uso exclusivo de gobiernos o de empresas transnacionales.

De hecho, una de las preguntas que tampoco se ha respondido en una forma contundente es cuáles son los resultados finales del uso de IA: ¿Será el catalizador de la reducción de la desigualdad y pobreza? ¿Será el antídoto para mitigar el impacto del cambio climático? ¿Podrá la IA ser la varita mágica para mejorar dramáticamente la educación y el acceso a información? ¿Una estrategia coordinada podría ser lo que recete “el doctor” para mejorar, a corto plazo, la salud y acceso a servicio médicos de la mayoría de la población?

O, al contrario, la IA podría herir de muerte aquellas democracias que sufren de una profunda polarización, gracias a “fake news” y el uso de desinformación para ganar elecciones y eventualmente gobernar.

La desinformación en países polarizados es la “bomba nuclear” que destruye democracias. Y aunque faltan más de dos meses para las elecciones presidenciales, es urgente que la futura presidenta tenga una estrategia nacional para coordinar y controlar el uso de IA, asegurar que los recursos que requiere la implementación de esta tecnología en diferentes ámbitos de la vida nacional: salud, cambio climático, programas de desarrollo sustentable, ciberseguridad, y protección de las estructuras de seguridad nacional.

También hay que asegurar que a la IA se le dé un uso ético y pensando en los beneficios a la población, a pesar de que todo indica que uno de los impactos más inmediatos es la pérdida de empleos en ciertos sectores (increíblemente, pero el impacto nacional en el empleo todavía no se ha podido cuantificar).

Todas estas consideraciones me llevan a sugerir un “zar o zarina” de la estrategia de la implementación de una estrategia nacional para el uso de IA en México, y con esto, coordinar gobierno y el sector privado. Porque si no agarran rápidamente las riendas de esta tecnología, habrá actores nacionales e internacionales, además del crimen organizado que rápidamente llenarán esos espacios de ingobernabilidad. La IA como herramienta para la comisión de delitos cibernéticos es un peligro inminente, al cual hay que cercar, contener y neutralizar de manera inmediata.

De no actuar con celeridad, México perderá la oportunidad de jugar un papel principal en el futuro del uso y control de la IA como herramienta para el desarrollo o el arma que destruirá a gobiernos democráticamente electos.

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