Litio: el nuevo objeto del deseo de AMLO

El presidente ahora quiere nacionalizar la materia prima que se utiliza para fabricar las baterías recargables.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Planteando una eventual nacionalización, el gobierno de la 4T ya salió con la idea de reformar la ley para agrandallarse, perdón, para nacionalizar el litio y todo el proceso industrial y comercial a su alrededor.

La propuesta del senador morenista Alejandro Armenta, dedo chiquito de Ricardo Monreal, equivale a que la administración federal actúe como cualquier cártel del crimen organizado, cobrando piso a empresas legalmente establecidas. Y es que si bien el litio se ha convertido en uno de los metales más codiciados a nivel internacional -especialmente por sus usos en cuestiones electrónicas-, el gobierno mexicano no tiene ni la infraestructura ni la capacidad para hacerse cargo de esa industria. 

Quienes saben de minería podrían explicarle a Andrés Manuel López Obrador que extraer el litio no es tan fácil como hacer enchiladas mineras, sino que requiere un proceso técnico que puede tardar ¡hasta tres años! De hecho, con su idea de crear un organismo equivalente a Pemex para el litio, el gobierno se encamina hacia el drama que ya viven otros países con grandes yacimientos como Bolivia: la paradoja de la abundancia que no saben convertir en riqueza.

Ahora, pensemos ¿puede el litio sustituir los ingresos del petróleo para México? Hay que ir por partes. El presidente advirtió esta semana que ha desaparecido de su meta un aumento relevante en la producción de petróleo. Ahora dice que quiere cuidar el medio ambiente y guardar las reservas para futuras generaciones, dejarlas allá abajo para quienes vengan después y con eso de paso, reducir emisiones al no usar por ahora esa sucia materia prima.

Esa es la nueva lógica del popular mandatario mexicano, a quien más de la mitad de los mexicanos adoran, de acuerdo con todas las encuestas respetables. Pero a Andrés Manuel López Obrador la reciente cercanía con Bolivia parece haberle dado una idea: México puede ser una potencia en producción de litio.

¿Y eso qué es? Es la materia prima que se utiliza para fabricar las baterías recargables de celulares, tablets, computadoras y, especialmente, los autos eléctricos. Consideren que el presente ya es eléctrico y el futuro lo será más, ante el crecimiento en la oferta de coches que no requieren gasolina para avanzar. Lo que necesitan los productos entrantes es muchos enchufes y baterías para llenar el 'tanque'. Para ese propósito el litio es útil entre otras cosas, porque es ligero.

Si Arabia fue durante años símbolo de petróleo, Bolivia aspira a ser el equivalente para la producción del citado metal. Pero hay un problema: ese país no tiene una producción relevante debido a problemas políticos que impiden esa ambición. Esa nación no es siquiera considerada en el popular documento Revisión Anual Estadística de BP, la petrolera británica. Hasta hoy, el mayor productor del mundo es Australia.

La nación gobernada por Scott Morrison recarga la producción de litio principalmente en cuatro empresas que invierten en ello capital privado: Mineral Resources, con ingresos anuales por aproximadamente 2 mil millones de dólares; Pilbara Minerals, con 100 millones; Orocobre, con 70 millones y Galaxy Resources, 80 millones. En conjunto todas ellas suman ingresos anuales por alrededor de 2 mil 250 millones de dólares.

Eso es lo que factura Pemex cada tres semanas, que pese a sus enormes ingresos por casi un billón de pesos al año, en 2020 los mexicanos enfrentaron una pérdida de medio billón de pesos en la petrolera. Esta empresa nacional no ha contado con una administración hábil que la saque de apuros y la haga crecer. Al menos no, en lo que va del siglo. Contar con burócratas talentosos en actividades empresariales es tarea casi milagrosa.

Si no han sido capaces de hacer rentable una empresa que en términos prácticos tiene el monopolio de combustibles y materias primas para el plástico que está en todos lados, difícilmente conseguirá un gobierno mexicano, el que sea, que un producto con creciente, pero menos demanda como el litio, resuelva el futuro del país. De una vez hay que decirlo: no. El litio no es lo que sacará al gobierno o a los mexicanos del problema económico que enfrentan.

Podría ser, acaso, el camino para generar algunos ingresos por la vía del cobro de derechos a alguna empresa a la que licitaran una concesión, pero este gobierno, con o sin razón, muestra disgusto por el capital privado en esa actividad. Además, la agenda contra la explotación de minerales crece legalmente.

Pasó ya el tiempo de la explotación de recursos naturales para la generación de riqueza. Lo que debe explotarse ahora es la inteligencia humana y la artificial en afán de resolver problemas, y cobrar por el servicio. La falta de vacunas mexicanas contra la pandemia es un buen ejemplo de cómo México tiene un pendiente con la ciencia que sí deja dinero y, por cierto, al día de hoy la cifra real de mexicanos muertos es de 600,999. ¡Que nadie olvide nunca esta cifra, de este tamaño es la afrenta de la transformación de cuarta en contra de todos nosotros los mexicanos!

Lo más leído

skeleton





skeleton