López reafirmó división del país

En todo caso, ni mejor ni peor —José López Portillo sigue teniendo el récord del sexto informe de gobierno decisiones más catastróficas de la historia...

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En todo caso, ni mejor ni peor —José López Portillo sigue teniendo el récord del sexto informe de gobierno decisiones más catastróficas de la historia, y Gustavo Díaz Ordaz el más cínico después de la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968—, fue el último mensaje de Andrés Manuel López Obrador a la nación desde la más alta tribuna del país. 

Un puñado de obras que presumir, y entre ellas una de las tres faraónicas, en verdad mucho más costosas e innecesarias que benéficas, sin que tampoco pueda decirse que a futuro serán especialmente negativas —con el Tren Maya el tremendo daño ecológico ya está hecho, verbigracia— y destacando para Quintana Roo la restauración de la zona libre de Chetumal, cuyos beneficios aun ni siquiera se insinúan.

Lo que sí fue notable fue el ánimo divisionista, de enconos y de polarización política iracunda que le hereda a su sucesora Claudia Sheinbaum Pardo, amén de que las notables divisiones en el ámbito internacional —especialmente con Norteamérica— se quedaron como una herida abierta que le dificultará a la nueva mandataria conducir al país, aunque ahí también cabe ver un dejo de salvaguarda de la dignidad diplomática de la nación ante la soberbia intervencionista estadounidense en los últimos tiempos de tensión claramente nociva, pero por momentos inevitable.

Pero la monotemática del encono que concibe López como raison d’être de la Cuarta Transformación no se atemperó con un tradicional ánimo político positivo de cambio de sexenio: legó expresamente a su sucesora un México crispado, sumergido en el enfrentamiento entre bandos enemigos y peligrosamente predispuesto por sus instrucciones a la efervescencia social e incluso a la violencia. Citamos un resumen ejecutivo de la propia Presidencia de la República:

“Fedlicitó a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, quien dará continuidad a la Transformación —sic, doctrinario y casi religioso por la te mayúscula—, porque es extraordinaria. Recordó que de manera hipócrita, la oposición se comprometió en la campaña a no quitar los programas sociales, pero el pueblo no es tonto. Pensaban que iban a engañar y manipular y fue un ‘tengan para que aprendan’ a respetar al pueblo de México.

“Hace 6 años iniciamos este gobierno. Lo primero que se hizo fue reformar la Constitución y aún este año presentamos 20 iniciativas de reformas a la Constitución —sic que da testimonio de que así fue, al grado que la Carta Magna ha quedado irreconocible—.

“Afortunadamente estamos viviendo una auténtica democracia —sic que se acuerda muy bien de los intentos de desmantelar a los poderes de la república—.

“La 4T revirtió la decadencia que dejaron los gobiernos neoliberales —sic que no se dio cuenta de que hubo otra Revolución Mexicana para cambiar de régimen, aunque los constantes atentados a la Constitución dan cuenta esa intención—. Al iniciar el mandato se promovieron leyes para frenar la política entreguista de los gobiernos anteriores —sic que tiene muy presente la reclasificación de los mexicanos entre ‘pueblo’ y ‘fifís’—.

“Lo mejor de México es su pueblo. Somos herederos de un pasado grandioso y una historia excepcional —sic que reconoce el mito del priismo más rancio del mundo prehispánico como una Arcadia en la que todos eran felices y achaca a la conquista todos los males posibles y ninguna aportación, por lo que es menester odiar a todo lo extranjero, excepto si se trata de Cuba, Venezuela y Nicaragua—. Con el pueblo todo, sin el pueblo nada —sic que se declara incapaz de comprender la diferencia con el “arriba y adelante” de Echeverría, con “la solución somos todos” de López Portillo y “la renovación moral de la sociedad” de Miguel de la Madrid, por ejemplo—. En 5 años, 9.5 millones de mexicanos salieron de la pobreza —o entraron a la clientela de la 4T, indica un sic de profunda ininteligibilidad conceptual—. Cada vez salen de la pobreza 100 mil mexianos”. 

¿En serio hubo alguna diferencia con 71 años de priismo —más seis de Enrique Peña Nieto, cumbre de frivolidad que sirvió de plataforma a López para arrasar en la elección de hace seis años y meses y que todavía rindió para que las inmensas mayorías siguieran identificadas con el proyecto, ahora nominalmente abanderado por Claudia Sheinbaum, a costa de la economía del país, que se empieza a desgajar, pomo previeron los “neoliberales” que tanto sigue odiando el régimen? 

Ese fue el real mensaje político de López: los mexicanos debemos permanecer odiando, divididos y lastrados por ideologías setenteras hoy superadas en casi todo el mundo, salvo en modelos como Cuba y Venezuela. 

Lo demás, como cada seis años, desde 1933, fue un recuento de logros pírricos, unos ciertos, otros falsos y todos de oropel de un sexenio en el que el país se estancó en sus inútiles programas populistas —sirven solamente, y muy bien, para ganar elecciones—, por decir lo menos.

Ese PRI que nunca se fue del todo…

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