Los caminos conducen a la 22 de enero

“Todos los caminos conducen a Roma”, estaba escrito en el Milliarium Aureum de Roma, monumento erigido...

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“Todos los caminos conducen a Roma”, estaba escrito en el Milliarium Aureum de Roma, monumento erigido dos décadas antes de nuestra era bajo la égida del emperador César Augusto, que indicaba el punto de partida —y llegada, obviamente— de todas las calzadas que surcaban el imperio, que prácticamente eran las únicas existentes en el mundo occidental de esos tiempos, aunque desde luego no se trataba solo de un indicador de tránsito para viandantes y aurigas, carretas y ejércitos.

El monumento en realidad exaltaba la calidad de la Ciudad Eterna como caput imperii, el centro durante el ocaso del mundo antiguo y el inicio de nuestra era —aunque, como la vida en el granado poema Para entonces del igualmente egregio Manuel Gutiérrez Nájera, todos los humanos hemos sabido siempre que la promesa de eternidad de la grandeza es una traición de la pérfida historia—.

Pero ahora, al inicio formal en Quintana Roo por parte del Instituto Electoral de Quintana Roo del proceso electoral 2024, en el que se elegirán en el estado al sucesor —con plena seguridad será sucesora— de Andrés Manuel López Obrador en la silla presidencial, 128 senadurías y 500 curules en San Lázaro y numerosos cargos del ámbito estatal: 15 diputados de mayoría relativa, 10 de representación proporcional, 11 presidentes municipales, 11 síndicos de igual número de cabildos y 117 regidurías, según los posicionamientos de los partidos políticos toda la atención está puesta en el desempeño de la gobernadora Mara Lezama Espinosa —repetidamente aludida con el topónimo “22 de Enero”, calle que en su número 1 es el domicilio del Palacio de Gobierno— durante el proceso.

No es nuestra especulación: en la sesión del banderazo de salida, cual más cual menos, ya fuesen a favor o en contra, los posicionamientos de los partidos versaron sobre el papel que jugará la gobernadora en los comicios, sus prolegómenos y sus consecuencias, que legalmente no debiera ser ninguno salvo brindar las condiciones de seguridad e infraestructura adecuada para la logística de las votaciones.

Sin embargo, en nuestro país siete décadas de un PRI omnipresente y omnipotente, y 42 años de lo mismo, desde la erección del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo, dejaron su huella en las usanzas antidemocráticas de la criatura de Plutarco Elías Calles: todas las oposiciones perciben como como enemigos de las elecciones libres y ciudadanas, sea cual fuere el partido en el poder, a los gobernantes de los tres órdenes. La mula no era arisca…

No es solo un tema de tradición, una usanza ceremonial —como cuando, cada día 1 de mayo, el sempiterno líder de la CTM, Fidel Velázquez Sánchez, echaba sapos, alimañas y tepocatas prietas —chin: ese era Fox— contra los empresarios a los que servía y el gobierno priista al que pertenecía, solo por ser Día del Trabajo— a imagen y semejanza de las actitudes de presidentes, gobernadores y alcaldes del siglo pasado, que metían las manos en el enjuague electoral hasta que se les ponía la piel de viejito, sino una desconfianza en la que por lo menos la gobernadora Espinosa no tiene culpa por ahora, aunque la del 2 de junio será su primera prueba.

Nos auxiliamos de la nota de David Acosta, quien tomó nota de la manifestación más áspera —por decir lo menos— de las expresadas por los representantes de los partidos políticos en la sesión de este viernes 5 de enero, e indica que “el perredista Leobardo Rojas López afirmó que el proceso electoral arranca con el embate mediante el cual los poderes ejecutivos federal y estatal quieren socavar las instituciones.

“Es tiempo que este instituto se conduzca con legalidad y dentro de los principios rectores de la contienda electoral”, puntualizó.

“Previo al inicio del proceso, el PRD ha interpuesto numerosos recursos por actos anticipados de campaña y de uso de recursos públicos por parte de funcionarios; en algunos se le ha dado la razón y en otros no.

“Pese a ello, aseguró que su partido será respetuoso de las instituciones, independientemente de que no haya coincidencia en materia electoral”.

Bueno: ¡es el PRD siendo PRD! Noblesse obligue, y aunque nosotros no tenemos indicios de algún comportamiento previsiblemente ilegal por parte del árbitro administrativo electoral ni de los titulares de los poderes ejecutivos de los tres órdenes de gobierno respecto a la contienda partidista venidera —tenemos otros datos, diríamos, para citar al clásico—, no por ello dejarán de estar vigilados antes, durante y después de la contienda, al igual que los integrantes de los tribunales electorales de la federación y el estado, ya en la etapa postrera del proceso.

Suponemos cada vez más remoto el fantasma de los fraudes y manejos electorales desaseados de antaño —discúlpennos los priistas de hoy, que se suponen ajenos a estas prácticas, pero si hablamos de la “era priista” es por antonomasia, porque todavía tendrán que pasar años y felices días para la cabal expiación de sus culpas antidemocráticas del siglo XX; ni modo: se lo ganaron—, pero si esta fuese una perspectiva real, a los gobiernos no les molestarán en absoluto los escrutinios que a primera vista acaso parecen un poco gala de excesivo celo.

Pero más vale que so-sobre a que fa-falte, así que no importa que todas las miradas se dirijan a la “22 de Enero”.

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