Los “palancas”

Eran los consentidos de los mandos en turno… y la mayoría lo presumía. En la Marina existían tanto en buques...

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Eran los consentidos de los mandos en turno… y la mayoría lo presumía. En la Marina existían tanto en buques como en unidades de infantería y otras dependencias. Siempre tenían las mejores comisiones, se les exentaba de las faenas más pesadas o no realizaban ninguna, como tampoco guardias. Por lo general, eran los asistentes, despenseros, intendentes y choferes de los comandantes. Hasta presumían su condición. “Está palanca” se decía entre la marinería y la oficialidad.

Estos apalancados tenían varios privilegios. A bordo de los buques se les eximía de los trabajos en cubierta o máquinas, incluso de las aburridas academias; de hecho, casi no portaban el uniforme de faenas ya que estaban a disposición de su “palanca”. En las unidades de Infantería de Marina eran enviados a las mejores partidas o destacamento o bien exentados de este servicio; en ocasiones, hasta de la instrucción militar y del acondicionamiento físico.

En las maniobras de zarpe y atraque de los barcos, su misión era colocar las defensas (lo más fácil, pero no menos importante); durante la navegación se les asignaba “a todo servicio”, por tanto, no padecían las develadas o desmañanadas de la “guardia del perro”. En puerto, gracias a su condición de privilegiados podían bajar a tierra en cualquier momento, retirarse antes de la hora de franquicia o llegar después de la entrada, incluso los de tropa cobraban la quincena el día de pago a los oficiales.

Los había de la marinería, de la maestranza y hasta entre oficiales, que se esmeraban por atender y cumplir las órdenes de sus “palancas” que, por supuesto, protegían a quienes llamaban “secretario” y les daban, además de trato preferencial, ciertas prerrogativas ajenas para la demás tripulación, lo cual despertaba animadversión, sobre todo en los contramaestres y condestables, los capataces de a bordo, que odiaban a los “comisionados” porque consideraban que les quitaban personal para las faenas. Por supuesto, su historial estaba limpio de arrestos, pues nadie osaba imponerles un correctivo disciplinario, habida cuenta de que se echaban de enemigo a su “palanca”. Creo firmemente que eso ha cambiado, por el crecimiento exponencial del personal naval, que impide una relación cercana, empática entre jerarquías.

Pero, nada es para siempre y todo tiene su lado negativo. Cuando se iba de cambio el “palanca”, a estos consentidos se les venía el mundo encima (si es que no les gestionaban su cambio para seguir al mando, que muchos lo hicieron hasta hace algunas décadas); se les veía preocupados, pues sabían que los traerían “a media cubierta”, sobre todo por quienes fueron afectados por esa condición de privilegio y cierta inmunidad de que gozaron y de la que muchas veces, abusaron.

Hoy, en el Gobierno federal, hay dependencias que están “palancas”, que gozan de privilegios, prerrogativas y mejores (y muchas) responsabilidades, condiciones que les permiten tener mayor poder y dominio sobre otras, lo cual despierta suspicacias, recelo y discordia. Pero los presidentes, como los mandos, son cíclicos, les llega el relevo, y entonces los apalancados pueden quedar en situación vulnerable.

“Otro clavo”

En el contexto, esta semana se dio conocer el nombramiento del general Jens Pedro Lohmann Iturburu como director de Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), “empresa de participación estatal mayoritaria, productora y comercializadora de biológicos e insumos médicos” que se encarga de recibir, distribuir y envasar vacunas contra Covid-19 en México, con lo cual se dio otro clavo a los críticos del Gobierno Federal para remachar la trillada “militarización”. Además de su carrera de más de medio siglo en el Ejército, el general Lohmann también ha sido funcionario del Issste, del extinto Estado Mayor Presidencial y un destacado deportista que participó en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 en el equipo de pentatlón moderno.

Una periodista afirma que “Desde bailarines en los múltiples desfiles, resguardo de medicinas, proteger las boletas electorales, plantar arbolitos para el programa Sembrando Vida, entregar libros de texto, la construcción de trenes, aeropuertos y muelles. Parece que las fuerzas armadas se involucran en las funciones básicas de la gobernabilidad del país”.

No hay motivos para temer por esta multiplicidad de funciones a las FFAA, habida cuenta de que está probada su lealtad y efectividad, pero parece que el Gobierno se empeña en que el término “militarización” se fije en la población.

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