China: el gigante sin pies
Lo vi con mis ojos y no es lo que parece, definitivamente...
Lo vi con mis ojos y no es lo que parece, definitivamente. La primera impresión es apabullante por el gigantismo desmedido de los edificios y de las avenidas, luego la pupila se agranda y se va acostumbrando a la luz y poco a poco se van viendo las manchas del sol. El caudillismo latinoamericano y la poca autosuficiencia de nuestra propia identidad nos permea y nos deja listos para creer con asombro que la magia de “los chinos” es por todo el conjunto. Cuando decimos ese gentilicio involuntariamente nos referimos al gobierno pues “los chinos” nunca son en nuestra mente la gente dulce y trabajadora que me sonrió todo el tiempo; sino ese gobierno eficiente y pícaro que tanto desearíamos tener en casa y le otorgamos a la acción del gobierno chino todo el mérito del milagro. Obviamente lo que vi es sólo la punta del iceberg, sólo el sur desarrollado y curiosamente cercano al diamante de la corona: la indomable Hong Kong.
La represión del gobierno chino proviene de la partida de ideólogos maoístas aferrados al poder, fieles a la doctrina de Deng Xiaoping de enriquecerse sobre una copia enmarcada en oro de las frases célebres de Mao Zedong, el genocida de más de 30 millones de sus gobernados. La mezcla bizarra y absurda de la doctrina comunista sobre miles de millones de dólares demuestra lo que a la larga representa esa ideología: sólo un camino para perpetuarse en el poder y controlar el albedrío personal de la gente. No creo, por lo que vi, que China se ha convertido en ese gigante gracias a su gobierno, sino a pesar de éste. Las trabas al libre movimiento y al acceso de información están presentes todo el tiempo. Impacta sólo imaginar la cantidad de negocios y oportunidades de crecimiento que se truncan por problemas tan sencillos como la obstaculización de transacciones y las dificultades de comunicación por canales comunes.
No, China ha logrado todo por el tesón y la disciplina del pueblo chino, por su amabilidad y su valor. No creo que nuestros pueblos de América pudiesen lograr lo mismo bajo una férrea dictadura, no podemos con un gobierno opresivo, nos asfixia y no nos deja mirar para los lados. Los chinos han sabido adaptarse a la represión y la han incorporado como parte de su vida mientras crecen como la espuma.
No nos engañemos tampoco, el motor del crecimiento chino ha sido la solución de muchos de los problemas más comunes de la vida diaria. Con sólo sacar de condiciones infrahumanas a la mayoría de población en menos de 40 años se explica el “milagro”. Con garantizar acceso a televisión y refrigeración a todos los hogares chinos tienen para aumentar el PIB en 100%.
Por otro lado, como un ejemplo de otra dimensión, al sur está Hong Kong, una isla de libertad en una precaria danza de protectorado con su severo dueño, eso sí, demostrando al mundo lo que sería China sin el control comunista: un majestuoso dragón, amable y poderoso, bajo un sol sin manchas.