La educación cívica es la única vía para el desarrollo
Los problemas de México y de América Latina en general siempre son el resultado...
Los problemas de México y de América Latina en general siempre son el resultado de malas políticas de gobierno que han dado prioridad a los intereses personales de los gobernantes y no a los del bien común. La falta de educación cívica es sin dudas el origen de las malas políticas de gobierno y de todos los males sociales de una nación.
El concepto de pertenencia nacional, no con el fervor casi histérico de los nacionalismos del fútbol o de la xenofobia, sino con la convicción de pertenencia a una comunidad que en conjunto depende del comportamiento de todos y cada uno de sus miembros. Éstos se vuelven engranajes de una maquinaria que, bien aceitada, llega hasta el infinito de los magníficos experimentos sociales de Europa del Norte. La educación cívica no sólo incluye el rechazo a la corrupción, sino también la limpieza, la higiene, la salud y el respeto. Es ahí, en el punto del respeto, donde la educación cívica rinde sus mejores frutos. El respeto a la propiedad, a la libertad de expresión, a la libertad de agrupación, de tránsito y, sobre todo: el respeto a la opinión ajena que a su vez respeta, con igual serenidad, la nuestra.
Por ejemplo; los conflictos que hoy en día ahogan a Venezuela fueron el resultado de una facción de delincuentes que usaron la falta de educación cívica de muchos venezolanos en los 90 para colocarse en el poder con un discurso que se basaba en la falta de respeto y la desacreditación a los adversos.
Sólo una muchedumbre ignorante y poco educada cívicamente permite que se le llame “parásito”, “reaccionario”, “vendido” a su propio vecino y se le haga normal que se le prive de sus derechos. Desafortunadamente este tipo de dictaduras siempre termina siendo terrible con todos, sus enemigos y sus defensores y a los pueblos no les queda más remedio que entender que la educación cívica y el respeto a las normas de convivencia social es la clave para salir adelante, no la agresión o la polarización.
Lograr una sociedad madura en términos de civismo tarda decenios, probablemente la nuestra ya está perdida, pero podemos trabajar para que nuestros hijos vivan en un ambiente de respeto y de decencia social. Desde la cuna se debe inculcar el respeto al entorno, el terror a la corrupción que no es más que el miedo a ser tildado de ladrón o de mentiroso. La belleza de la libertad y de los derechos plenos que disfrutan las naciones que envidiamos como Noruega, Holanda, Dinamarca y otras fueron el resultado de décadas de esfuerzo de educación social concienzuda e inteligente a sus niños. Inculcar la noción de sociedad acabará poco a poco con el profundo egoísmo que nos agobia y eventualmente hará que el estado se vuelva omnipresente y no aparezca en forma de soldados a parar el robo de combustible de una toma clandestina luego de años.