La juventud sin rumbo

La creciente ola de violencia social en naciones estables o con posibilidades de crecimiento...

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La creciente ola de violencia social en naciones estables o con posibilidades de crecimiento es mucho más sencillo de desmenuzar de lo que los sociólogos tratan. Se devanan los sesos tratando de otorgar características sociales a tal o más cual movimiento. Tratan de buscar sutilezas o características propias a cada fenómeno como si se tratase de un problema complicado o sistémico.

Y no es tal; la causa es simplemente la total indiferencia de muchos de los jóvenes llamados “millennials” por buscar fuentes fidedignas o responsables de información para poder formarse una opinión propia.

El estudio de fenómenos sociales y de las luchas cívicas de sus abuelos o incluso padres simplemente les importa un comino. El camino tan arduamente labrado por generaciones enteras de luchadores sociales, de economistas, de políticos de tradición se les aparece como algo borroso y descolorido que ya no tiene validez.

La comodidad y seguridad con que han crecido, resultado directo de la historia que hoy ignoran les ha dejado con el espíritu individualista y trabajador calcificado. Lo más triste es que en el fondo no es culpa de ellos, la violencia y las convulsiones de los últimos 100 años dejó a sus progenitores con la determinación (lograda en algunos casos y en otros no) de nunca permitir que sus hijos padezcan la barbarie que ellos tuvieron que presenciar.

Continentes enteros se esmeraron en crear sistemas de seguridad social y de igualdad blindados de la manera más irresponsable. Se creó un asistencialismo sin límites que ha provocado generaciones enteras de ciudadanos prisioneros del Estado al no tener iniciativa propia para subsistir o generar riqueza. Por otro lado, la educación dejó de lado las enseñanzas estrictas de la ética y los valores, este ha sido el mayor daño. En Europa hay sociedades enteras que viven bajo la aberrante idea que el respeto a la bandera o saberse la historia nacional es símbolo de conservadurismo e incluso de fascismo.

El esfuerzo desesperado de gobiernos y líderes de envolver a sus nuevas generaciones en un capullo de seguridad para que no sufran una Guerra Mundial ha generado el caldo de cultivo perfecto precisamente para otra. Los jóvenes se lanzan a las calles en contra del “sistema” capitalista, como si el capitalismo y “lo otro” que ni ellos saben qué es, pudiesen separarse como blanco y negro.

Los villanos de siempre han tenido un gran éxito en dividir el mundo en dos para dejar a generaciones enteras sin la capacidad de comprender que todo tiene sutilezas y que no hay dos casos iguales y no enredarse en mover masas enteras hacia un lado sin tanto enredo filosófico. Horrorizan las recientes manifestaciones en una nación próspera como Chile de miles de jóvenes pidiendo incluso anarquía, que resulta ser uno de los conceptos más viejos y torcidos de lucha social y ha sido desterrado de los movimientos sociales desde hace decenios por irracional, sólo que los chicos no lo saben, ni les importa aprenderlo.

Hordas de jovencitos con un plato de comida caliente esperando en casa se lanzan a las calles esgrimiendo un grito de “Abajo el Estado” con banderas y pancartas de personajes que precisamente se esmeraron en crear sistemas donde el Estado fuese omnipotente y omnipresente en una manifestación de ignorancia y manipulación sin límite.

Es gracioso ver a un joven pedir “libertad” con una playera de “El Che” Guevara sin saber que este hombre precisamente se dedicó a erosionar la libertad, defender un sistema puramente estadista y clamar por la muerte de los que se le oponían. Dan risa en serio.

Estamos ante una era de falta total de criterio. Los tan necesarios movimientos sociales se han convertido en un grito desesperado de protesta ante un “todo” que no tiene forma. No se esmeran en dilucidar cuál es el problema específico que la sociedad debe solucionar para una mejor distribución de la riqueza o para facilitar el trabajo del gobierno.

Irresponsablemente se lanzan a la calle a pedir que se vaya quien sea que esté sin saber ni importarles quién va a venir después. He ahí el gran peligro, los pillos esperan a la sombra mientras los azuzan, con agendas muy claras y concisas, solo necesitan un empujoncito más, un poco más de cristales rotos para abalanzarse sobre el poder y entonces nuestros chicos sabrán en serio lo que es represión y falta de libertad, lo malo es que cuando suceda, ya no podrán salir a la calle a manifestarse.

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